El hacinamiento es una segunda condena para el privado de libertad en Venezuela

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El problema del hacinamiento en los centros carcelarios no es nuevo en la historia de Venezuela. Comenzó en el año 1937, cuando Tulio Chiossone, ministro de Interior, impuso un nuevo régimen y aunque solo había 6 mil reclusos en aquella época, “no existían suficientes espacios para tenerlos. Así fue creciendo la población en las cárceles, por lo que se fueron llenando”, relató Humberto Prado, coordinador del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), quien además es defensor de Derechos Humanos y abogado.

Él conoce muy bien lo que ha sido la historia de las prisiones en el país.

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Dicho problema de hacinamiento fue atenuado cuando llegó a la presidencia Luis Herrera. Crearon nuevos centros de reclusión: Rodeo, Yare, Tocorón, Cepella, Puente Ayala, Santa Ana y San Antonio. Además se redactaron dos nuevas leyes.

La Libertad Condicional, con la finalidad de lograr que el privado de libertad saliera rápido y eran los delegados de pruebas quienes tenían el trabajo de evaluar a las personas que podían ser beneficiadas.

La segunda, fue la Ley de Sometimiento a Juicio en Libertad, salvando a que más de 200 mil personas fueran llevadas a prisión.

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Caldera heredó sobrepoblación penal

En el segundo periodo presidencial que abarcó desde 1994 hasta el año 1998, Rafael Caldera, recibió las cárceles con una sobrepoblación de 14 mil privados de libertad. Entre algunas medidas se reestructuró El Dorado y se creó el Centro Penitenciario de Centroccidente, conocido como Uribana.

El especialista Humberto Prado, indica que el hacinamiento ha sido un mal que ha caracterizado a las cárceles venezolanas y no ha sido combatido de la forma correcta.

Según el informe del Observatorio Venezolano de Prisiones (primer semestre del 2014), en Venezuela existe una población de 55.007 reclusos. Si se compara esta cifra con el primer semestre del 2013 (52.933 reos), aumentó 3,22%. El pronóstico es que estas cifras vayan en ascenso.

De esos 55 mil internos, 94% de la población son hombres, el 6% restantes mujeres y 68% se encuentran procesados. Sólo el 32% está penado con condena firme. El problema de hacinamiento actualmente se sitúa en 190% para el primer semestre, ya que la capacidad de albergue es de 19 mil internos. Hay un excedente en los penales venezolanos de 36.007 privados de libertad.

Prado indica que en reiteradas ocasiones la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Valera, ha afirmado que existen 72 penales en Venezuela, pero OVP contabiliza únicamente 47 centros de reclusión y 4 colonias agrícolas, evidenciándose un déficit de centros penitenciarios lo cual agrava más la situación.

 

Trae enfermedades

El problema de hacinamiento no impacta solamente en lo estructural, sino en la parte mental de los privados de libertad, en los tratos que le dan y en las enfermedades que se puedan transmitir.

A través de las denuncias de los familiares de los privados de libertad, se ha visto que no existe una clasificación entre los internos. Una persona que ha arrebatado un teléfono celular o un bolso se puede encontrar junto a otro que ha asesinado a una o varias personas, aun cuando se sabe que el modo de pensar es muy distinto.

Además el convivir diario de estas personas, con la falta de aseo personal, de las celdas, lleva a que se desarrollen una serie de enfermedades, como son las dermatológicas entre ellas la escabiosis, afecciones respiratorias, gastrointestinales o las provocadas por la mala alimentación, el agua que consumen, que no es la más saludable y puede llevar a contraer una amibiasis.

Patologías que al no ser controladas se pueden llegar a convertir en epidemias.

Los reclusos aseguran que en celdas de tres metros de profundidad, con dos metros de ancho, tienen dos literas, un inodoro y un lavamanos. Un cuarto que es para dos personas, es compartido por diez y hasta 30 internos.

Sobre el tema, Ruy Medina, director de Salud del estado Lara, al ser consultado sobre la situación, indica que él se imagina que estos internos se encuentran parados en las celdas, como si fueran un manojo de lápices.

“El acto de evacuar es íntimo y, sin embargo, el interno es sometido a la mirada de sus demás compañeros de celda. Eso es profundamente denigrante, vil; algo terrible”, expresa Medina.

Recuerda que con independencia de la calidad humana de cada una de estas personas, merecen respeto, no se debe ir a esos extremos críticos, donde se está cayendo en prácticas nazis, porque no existen los derechos humanos, perdiendo el derecho a la privacidad, a la individualidad, a dormir de forma adecuada. Se pierde todo, condenando a los internos no sólo a pagar el delito que cometió, sino pasando una pena mayor.

“El Gobierno nacional, en lugar de estar regalándole dinero a otros países, debería preocuparse por la población penal o por lo menos darle una calidad de ser humanos y no de animales. Aunque creo que los animales viven mejor que esa gente, porque las condiciones de estos seres no es la mejor”, resaltó el director de Salud del estado Lara.

 

El costo de la violencia

 

Califica la situación penitenciaria como un desastre, asegurando que no existen mecanismos de salud preventivos, ni curativos, dentro de los penales y eso se evidencia porque cualquier interno herido o con un dolor va a parar a los principales centros asistenciales de las ciudades.

Y por lo general quienes acuden a los hospitales son por violencia. Un reo cortado puede costar 200 bolívares y toda persona que ingresa al centro asistencial con una herida de bala y que va a pabellón puede generar un costo de 5 a 7 mil bolívares, colocando todo el tratamiento postoperatorio.

Explica que el deber ser es que en sus áreas de Enfermería la tengan dotada para todo tipo de enfermedades o emergencias que allí se pudieran presentar.

Deberían de contar con camas de hospitalización, laboratorios, rayos x, dos médicos generales y un médico cirujano y servicio las 24 horas. Además señala que una persona enferma dentro de un penal, específicamente en una celda, “es una bomba de tiempo. Un tuberculoso activo puede enfermar a los demás”.

Indica que las evaluaciones psicológicas de estas personas son importantes, porque no están saliendo de prisión rehabilitadas. De hecho, una vez en libertad, la mayoría vuelve a ingresar.

Los especialistas recuerdan que el sistema penitenciario está totalmente destruido y temen que “dicha situación a futuro genere un alzamiento general de todos los privados de libertad en el país”.

 

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