El gobierno no entiende que en España los medios informan según la línea editorial que definen, sin interferencias oficiales, y que como declaró el canciller García-Margallo, “la libertad de opinión y de prensa son dos principios irrenunciables”. Porque no entiende fue que intentó presionar a las empresas españolas aquí para pedirles que allá no se informe sobre Venezuela.
Claro que se refiere a informaciones que al gobierno de aquí no le complacen, como acusa de injerencista al ministro chileno que planteó la necesidad de diálogo, algo perfectamente constitucional, mientras celebra el comunicado baboso de la cancillería ecuatoriana expresando su solidaridad ante “el nuevo intento de golpe de estado” que sólo existe en la propaganda gubernamental.
El gobierno no entiende que ha progresado en el mundo una conciencia sobre los Derechos Humanos, y que no puede violarlos a su antojo sin que nadie diga nada. Cuando de afuera piden la libertad de los presos, el cese a las persecuciones y la justicia en los procesos no obedecen a conspiraciones tenebrosas, sino a valores preciados.
El gobierno no entiende cómo funciona la economía. Por eso cree que puede hacerla obedecer a fuerza de preceptos ideológicos, órdenes caprichosas, regulaciones incumplibles. Así sólo logra producir improductividad que trae escasez y hace que suban los precios, que a su vez están presionados a subir porque el gobierno que no entiende aumenta el circulante, generando más demanda, sin que crezca la oferta, porque se produce menos.
Insulta a los empresarios, los persigue, los acosa, los amenaza. No sabe distinguir entre un empresario y un especulador, y solo consigue que haya menos empresarios y más especuladores, porque la especulación es el negocio que florece con la escasez.
El gobierno no entiende que la estabilidad de la moneda depende de la credibilidad de las políticas que la respaldan y de las instituciones a cargo de ejecutarlas y las personas con responsabilidad de dirigirlas. No se puede aspirar a eficacia de alguna medida, si se ha demolido desde dentro la confianza en los organismos públicos, porque se los pone a mentir, a ocultar datos, a manipular. Pero además, si fijas unos precios del dólar tienes que tener dólares para vender y el público debe creértelo, máxime cuando has aumentado la dependencia de las divisas de la economía nacional, debido a tus decisiones.
La naturaleza y la profundidad de los problemas derivados de esa falta de comprensión es tal que no se resuelven anunciando un enésimo golpe o plan de magnicidio, ni con campañas de desprestigio de la oposición democrática y sus líderes. Lo primero es entender. Lo básico, lo elemental, es entender.
