El final de las dictaduras

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No obstante el final trágico de todas las dictaduras que por diversas circunstancias el hombre las ha asumido y practicado con la tesis de que en un momento determinado se justifican para mantener el orden público y hasta para impulsar cierto progreso, algunos personajes mesiánicos, autoritarios y militaristas han persistido en tratar de imponer su hegemonía individual generalmente apoyado por un grupo de oportunistas o partidarios del llamado gendarme necesario. Esa violencia policial, militar o aparentemente legal en la que se han apoyado los dictadores, siempre ha encontrado resistencia en la naturaleza humana y libertaria de hombre.
En el hemisferio occidental se consolida, aunque con algunos serios tropiezos que han dejado una lamentable estela de violación de los derechos humanos, el sistema democrático que desde la revolución francesa con la conquista de la libertad, justicia e igualdad, el hombre -y la mujer desde luego en esta época- se han empeñado en establecer como forma civilizada de convivencia en la sociedad. Después de la derrota del nazismo y del fascismo en Alemania e Italia y el derrumbe de la Unión Soviética, para mencionar los ejemplos de mayor repercusión mundial, la humanidad se inclina a buscar solución a sus problemas económicos y sociales en un régimen en el que la pluralidad y el respecto entre los adversarios, permita dilucidar sus diferencias en libertad.
En nuestro subcontinente latinoamericano, lo que el escritor Mario Vargas Llosa llamó la dictadura perfecta para referirse a la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México, mediante el control de los Poderes Públicos y de la sociedad en general por parte del Poder Ejecutivo, no sólo se  desplomó en la nación mexicana, sino que con los recientes resultados electorales escrutados en Paraguay, también han finalizado más de 60 años de hegemonía de la Partido Colorado, con lo que queda demostrado que toda dictadura es imperfecta por lo derrotable a corto o largo plazo. Tanto la dictadura sostenida mediante la represión brutal contra quienes piensan distinto, como aquella que pretende lavarse el rostro oscuro de la violencia, exhibiendo una fachada democrática por su origen electoral, pero controlando todos los poderes y la sociedad en general sin contrapesos legales, han sido derrotadas por la voluntad libertaria del ser humano.
De allí lo que comienza a observarse y a conocerse en Cuba como un giro lento pero irreversible  hacia una apertura a la convivencia en un régimen de mayores libertades económicas, con la evidente inclinación a abrir otros caminos hacia la libertad política, en la que ya comienza a oírse y a leerse  la palabra de Fidel Castro como parte de una voz importante, pero no de un mandato. De lo primero que habló el nuevo gobernante, Raúl Castro, fue de la necesidad de eliminar prohibiciones estériles como las estricciones a transitar libremente por la isla, ver televisión o ingresar a Internet. ¿De qué han servido 50 años de dictadura, reprimiendo a la disidencia por considerarla agente del imperialismo, para al final volver con mucha cautela al sistema democrático?
Y en nuestro país, después de 9 años de una supuesta revolución para crear un hombre nuevo, nos encontramos con más inseguridad, más corrupción y menos producción de alimentos que nos obliga a la importación de más de 70% de lo que consumimos; el déficit de viviendas es mayor, cerca de 2.000.000 de unidades habitacionales, y una dependencia del petróleo y sus altos precios no ha hecho más rentistas y atrasados, en comparación con pequeños países que no tienen petróleo pero han sabido ahorrar e invertir para aumentar su producción y ser menos dependiente del extranjero. Después de 9 años de un ya largo intento de imponer una autocracia, resistida por la sociedad civil, se nos abre la posibilidad de un triunfo de la oposición, como lo indican las encuestas, por lo cual debemos prepararnos para la reconciliación de todos los venezolanos y una convivencia pacífica, civilizada, con el chavismo.

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