El enojo canalizado sabiamente

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Un niño preguntó a su papá, ¿papá cómo comienzan las guerras?, el padre por no decirle que no lo sabía contestó: “Bueno pues, verás, tomemos como ejemplo la Primera Guerra Mundial. Todo empezó porque Alemania invadió a Bélgica.” Aquí le interrumpió su esposa: “Di la verdad, empezó  porque alguien mató a un príncipe.” El padre con aire de superioridad gritó: “Bueno, aquí quien contesta la pregunta soy yo y no tú”. La esposa se le quedó mirando y con aires de reina ofendida, salió dando un portazo que terminó haciendo temblar todos los cristales de la casa, y siguió un silencio embarazoso. Después de lo cual el padre reanudó el relato, pero el muchacho le cortó diciendo: “no te molestes papá, ahora ya sé cómo empiezan las guerras”

Con razón el Apóstol Pablo expresa: “«no pequen al dejar que el enojo los controle»*. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo.” (Efesios 4:26-27 NTV)

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¿Ha notado alguna vez cómo le ciega momentáneamente el relámpago del bombillo de una cámara fotográfica al tomarle una foto? La ira nos afecta de una manera bastante parecida. Por un momento esta puede provocar un desvanecimiento de nuestras capacidades lógicas y racionales. Afortunadamente, nuestra ira raramente dura mucho. Por eso es importante retardar nuestra reacción.

 

Cuando diriges la ira adecuadamente

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Sin embargo, nuestra furia si se dirige adecuadamente puede dar resultados positivos, si no se convertirá en el inicio de una gran guerra. Gary Oliver, un consejero cristiano, da dos ejemplos. Abraham Lincoln, invirtió la energía de su ira contra la brutalidad de la esclavitud, para cambiar las leyes del país con el fin de emancipar a los esclavos y de abolir la esclavitud. Gandhi invirtió la energía de su ira contra la mala situación de su pueblo, y la India nació como nación. Estos son ejemplos muy claros del poder que tiene la “Divina insatisfacción” como lo ha enseñado por años el pastor y escritor de bestsellers Bill Hybells. Muestra el lado positivo del enojo legítimo, aquel que se produce por una injusticia real en la vida de una persona o una situación de abuso y que nos lleva a corregir por medio de la verdad, la responsabilidad y la sabiduría.

¿Recuerda el personaje de la tira cómica Popeye? Es un marino temperamental con enormes biceps y un rustic vocabulario. Popeye, el marino era constantemente requerido para salvar a su novia Olivia del ataque de sus enemigos, especialmente de Brutus. Para ello comería una lata de espinacas para que le den suficientes fuerzas y asegurar la victoria. Su hábito por comer espinacas lo hizo famoso, al igual que sus expresiones: “Soy lo que soy” y “Es todo lo que puedo soportar, ya no lo soporto más!” Dios ha colocado en ti al igual que en Abraham Linconl, Gandy, Martin Luther King Junior, Madre Teresa y tantos otros, una sensibilidad especial por aquellas injusticias que te rodean y quiere usarte para traer paz, bendición y mejoras a quienes sufren a causa de ello.

 

El enojo ilegítimo

Sin embargo debes cuidarte del enojo ilegítimo, aquel que no está fundado en corregir la injusticia o el abuso, sino que se fundamenta en el egoísmo cuando te molestas por no obtener lo que quieres o en la forma que quieres, pues piensas que lo mejor y lo primero debe ser para ti. También del enojo que es producto del perfeccionismo, cuando le exiges a otros mostrar algo que tú jamás podrás exhibir: perfección. Y una última causa ilegítima de enojo, es tomar todo personalmente, lo que la gente dice, hace o muestra con sus actitudes. Puedes estar resentido por estas causas y sólo te llevarán a la amargura, así que lo mejor es dejar ir estos estados emocionales y por nada acumularlo y permitir que controlen nuestras vidas. Con razón el filósofo Séneca escribe: “La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte.”

Recientemente en un retiro para hombres, se presentó un seminario con un título subjetivo “¿Cómo perder los estribos?” luego del seminario, un hombre se acercó al líder y le comentó acerca de su larga vida de batalla contra la ira que frecuentemente se salía de control. “Esto me ha causado un gran daño personal, confesó. He afectado a mi familia y a mis negocios…” esa noche él se prometió a sí mismo, y también a Dios tomar autoridad sobre su temperamento. Este fue un primer paso importante.

 

Dominio propio

La ira es una emoción mencionada cientos de veces en las escrituras, y no siempre de una manera negativa. La Biblia nos habla de la ira de Dios. Pero también nos habla del dominio propio como una virtud que muchos en un mundo desenfrenado olvidan. Un ejemplo de esto es cuando nos dice: “Más vale ser paciente, que valiente. Más vale dominarse a sí mismo, que conquistar ciudades” Proverbios 16:32

Si no eres cuidadoso, tu ira se convertirá como una bola de nieve rodando cuesta abajo. Se convertirá como en esa fuerza destructora que no puedes controlar y ocasionará grandes desastres. Las Escrituras nos dicen en Proverbios 14:17 “El iracundo comete locuras, el prudente, sabe aguantar.” Así que tenga dominio sobre sus emociones y cultive la virtud del dominio propio. Si no lo hace, traerá consecuencias para ti y para aquellos que están a tu alrededor, ya que, trayendo entonces un ambiente de guerra y de discusión,  le afectará continuamente por no saber tener el dominio propio. Trabaje con su ira cuando apenas es un chispazo, antes que se convierta en un incendio arrasador.

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