Dimas Mendoza

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La muerte de Dimas Mendoza me ha inclinado a escribir sobre su vida, no sólo porque fue mi amigo de la infancia, compañero en la Escuela Simón Planas de San Francisco, y posteriormente en el Liceo ¨Lisandro Alvarado¨ de Barquisimeto, sino también porque fue un luchador juvenil contra la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, rasgo muy importante de su vida que muy pocos amigos conocen, porque Dimas fue un hombre muy sencillo y modesto, que supo guardar su valiente y arriesgada actuación de militante de la Juventud de Acción Democrática, en la clandestinidad.

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Cuando nos encontramos en las aulas del Liceo revivió entre nosotros lo que sería una gran amistad que perduraría por los años, no obstante ocuparnos después de actividades personales distintas. Me invitó a su casa y conocí a su familia. De sus 5 hermanas, todas muy bellas, 3 estaban casadas o en planes matrimoniales, de las 2 menores, Florinda era la más cercana a nosotros, aunque muy madura como para enamorarse de un estudiante de bachillerato, con un futuro incierto, como era el que yo encarnaba, y muy superficialmente la galanteaba.

Dimas y yo siempre nos entendimos en los estudios y en los muy elementales análisis que hacíamos de la política nacional. Un día me informó que conoció a un dirigente universitario de la Juventud del Partido Acción Democrática, que estaba interesado en conversar sobre las luchas estudiantiles, con algunos de los mejores estudiantes de bachillerato y él le había dado mi nombre. Siendo yo un gran admirador de la obra novelística de Rómulo Gallegos, que había sido derrocado por la Junta Militar que nos gobernaba, me pareció realmente interesante conversar con alguien que militaba en las filas de la organización política a la que pertenecía el maestro Gallegos.

En la primera reunión que hicimos en el Parque Ayacucho, sentados en varias y pequeñas sillas para estudiar, con libros en las manos Dimas me presentó el dirigente universitario esperado.

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-Mucho gusto, yo soy Carlos Emilio Muñoz Oráa, estudiante de Derecho y Periodismo de la Universidad Central de Venezuela. Por recomendación de Dimas quería conversar contigo, porque él me ha comentado tus simpatías por el maestro Rómulo Gallegos, el primer Presidente electo mediante el voto universal, directo y secreto en el país. En toda Venezuela existe un movimiento nacional estudiantil organizado para luchar por la restitución de Gallegos en la Jefatura del Estado, y la idea o razón de esta conversación es proponerte que tu y Dimas dirijan ese movimiento en el Liceo Lisandro Alvarado y formemos un buró juvenil que lo podríamos extender a otros estados vecinos.

Oyendo a Muñoz Oráa yo recordaba a mis compañeros del liceo, Julio Valero Roa y Ramón Ballesteros, con quienes también intercambiaba opiniones acerca de la política nacional y en particular sobre el derrocamiento de Gallegos, y le comuniqué a mi interlocutor que a pesar de no tener experiencia en la lucha política estaba dispuesto a asumir esa responsabilidad y le informé acerca de los estudiantes que podíamos incorporar.

-Magnífico, ustedes incorporan a todos los estudiantes que tengan preocupación por lo que está pasando en el país y que tengan disposición para la lucha, pero más nadie, del mundo estudiantil, distinto de ustedes dos, debe saber quién soy yo, ni que estoy o he estado conversando con ustedes. Todos usaremos seudónimos y ninguno de ustedes debe dar a conocer la dirección donde viven, a los estudiantes que se incorporan al movimiento juvenil.
Esta vez recordé fue a mi maestro Luis Enrique Gómez, quien me aconsejó que debía conocer cómo era la lucha clandestina, por lo que le manifesté mi total aceptación y acuerdo con las recomendaciones. Me peguntó si yo sabía escribir a máquina y le contesté que sí, con todos los dedos –y se sonrió.

-Vamos a editar un periódico semanario o quincenario para hacer conocer entre los estudiantes el pensamiento político de Rómulo Gallegos y las razones constitucionales para solicitar su retorno a la Presidencia de la República. Los dejaremos en los baños para que nadie se entere de quién o quienes los distribuyen.

Impresionado por las propuestas jamás oídas y menos ejecutadas por mí, pensé que emprenderíamos una jornada para la historia. Le comuniqué a Carlos Emilio que Dimas y yo iríamos a la Biblioteca a leer las obras literarias de Rómulo Gallegos y él nos prometió entregarnos una colección de sus discursos políticos durante la campaña electoral y en su ejercicio de la Presidencia. Terminamos la reunión después de oírle reiterar las normas de la lucha clandestina y su inviolabilidad.

-Acompáñame para que comencemos a elaborar el periódico y piensa en el nombre.

-Combate, me gusta –le expresé y estuvo de acuerdo.
Por razones de seguridad me llevó a mí solo al barrio popular La Estación donde en una modesta vivienda tenía la máquina de escribir, una caja de esténciles y algunos insumos para facilitar la tarea.

-Siéntate frente a la máquina y escribe lo que piensas del derrocamiento del maestro y de la instauración de la dictadura militar, que yo voy a escribir a mano algunas informaciones que me llegaron de la situación de los presos políticos, contra las torturas y el exilio.

No sabía por dónde empezar hasta que recordé un artículo de Chío Zubillaga contra el nazismo y todos los regímenes de fuerza que apoyaban a Hitler, y resolví escribir lo siguiente:
El derrocamiento del maestro Rómulo Gallegos por la fuerza de las armas, no sólo es una violación a la Constitución Nacional, sino también el entronizamiento de un gobierno fascista, que niega los derechos del pueblo, porque la Junta Militar no fue electa por votos de los ciudadanos.

La muerte de la democracia nos obliga a todos ciudadanos amantes de la libertad a luchar por el retorno de Rómulo Gallegos a la Presidencia de la República. Los estudiantes debemos ser los primeros en protestar y denunciar la ilegalidad de una Junta Militar, que atropella los derechos del pueblo, que por el voto universal, directo y secreto eligió Presidente al gran novelista venezolano Rómulo Gallegos.

Llamamos a la juventud a defender la democracia y su propio futuro, como los indicados para dirigir los destinos de la nación.
-Muy bueno y cortico, así debe ser todo lo que escribamos, incluso más corto, para que lo lean no sólo los estudiantes, sino también gente del pueblo, porque lo vamos a repartir también en los barrios, y además lo puedan leer rápido.

Con el primer número en las manos, o mejor dicho, debajo de la camisa, invité a Julio Valero y a Ramón Ballesteros a leerlo. Les dije que circulaba clandestinamente y que me pedían a mí y a quienes yo conociera que tuvieran inquietudes políticas y pensamiento democrático, colaborar. Desde el primer momento Julio y Ramón estuvieron de acuerdo y se convirtieron en pilares fundamentales en la redacción y distribución de Combate.

Carlos Emilio fue llamado a cumplir otras tareas en la lucha clandestina y dejó en mis manos una responsabilidad que sólo podía cumplir por mi condición de estudiante, desconocido por la policía y de la política, y por la colaboración excepcional de Julio Valero, Ramón Ballesteros, Dimas Mendoza y otros estudiantes que se incorporaban a la Asociación Juvenil Venezolana (AJV) brazo legal de la Juventud de Acción Democrática.

En pocos meses se produjo cierta agitación en el liceo por la circulación del quincenario y algunos estudiantes buscaban o querían conocer a quienes podrían ser los responsables. El Director del liceo un profesor de apellido Manrique a quien apodaban Tamakún, por la similitud a un personaje siniestro de la radio, ordenó vigilancia total y amenazas a cualquier estudiante que sospecharan repartía el periódico. En la búsqueda de simpatizantes alguien incorporó a un estudiante que llevó el periódico a su padre y éste denunció el caso a las autoridades. La policía política allanó el liceo, detuvieron a mis compañeros Julio Valero y Ramón Ballesteros. Dimas no fue detenido porque no lo conocía el denunciante. Yo logré escapar por la parte trasera del edificio, advertido por mi amigo y compañero de estudios, Félix Varela. Desde ese momento debía pasar a la lucha clandestina, seguir editando Combate y buscar otros estudiantes que llevaban vida legal, para cumplir nuevas tareas en la lucha contra la dictadura. Perdí el contacto con Dimas hasta la caída de la dictadura, restablecimos nuestra amistad y hoy lamento su muerte y me solidarizo en el dolor con su familia. Paz a sus restos.

Breve extracto de mis Memorias.

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