Este miércoles en el supermercado Bicentenario, a una joven no le permitieron comprar pañales para su hijo, alegando que la talla no correspondía a la edad del niño. La dama no dudó en reclamar e intentar ejercer su derecho ante esta situación, lo cual ocasionó una «detención preventiva» de tres horas, para luego ser liberada.
Cabe resaltar que en la Constitución de la República se contempla la figura del «consumidor soberano».
Esta información la hace llegar @abgmvirguez, director de la Asociación Civil Movimiento Vinotinto y miembro del Foro Penal Venezolano en Lara.
Por otro lado, @oly_moreno envía esta imagen y me comenta comenta lo siguiente, por medio de la etiqueta #YoLoCubro: «Mientras una venezolana reclamaba su derecho de comprar pañales para su hijo, los empleados salen a bolsas llenas».
Lamentablemente, en este país ya no queda nada ni remotamente parecido a un «consumidor soberano», porque a los ciudadanos se nos obliga a mendigar las migajas que, con suerte, se consiguen en los supermercados y abastos. Estamos hablando de comida, alimentos, que junto al aire y el agua (que también escasea) es una de las necesidades básicas del ser humano.
Recordemos cuando, hace años, la gente comentaba que algún conocido viajó a Cuba y en el hotel, las camareras o mesoneros le pedían a los turistas regalarle una toalla sanitaria, un jabón, una crema de dientes. Esta ya es nuestra realidad.