Del populismo quirúrgico

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Hay noticias sobre la decisión presidencial de proveer de sendos estudios de grabación en todas las capitales del país, aparentemente satisfechos los artistas por tan importante iniciativa. Músicos y declamadores, por ejemplo, tendrán ocasión de dejar su testimonio en las casetas oficiales, aunque también sospechamos – ¿qué lo impedirá? – del uso y abuso de tal tecnología para el proselitismo político local, abaratando los costos del PSUV.
Intuimos, por una parte, que el problema no sólo reside en la posibilidad de grabar, sino en la de ampliar el reconocimiento de la calidad de los intérpretes que, por un prejuicio y una constatación, ya no cuentan con los naturales circuitos de comercialización que se consideran una tara burguesa y una desgracia capitalista. Vale decir, quebrados los estudios privados, el Estado dirá garantizar una cabina de grabación que no se la entiende como parte de un sistema –por lo menos– de promoción, excepto lo encare el gobierno mientras haya recursos y un mínimo de pulcritud administrativa para impulsarlo.
Esto nos lleva, por otra, al problema de la viabilidad y sustentabilidad del proyecto, pues, mientras que el ofrecimiento no se haga en el contexto de una decidida, clara y debatida política y programación, quedará como un grosero testimonio del populismo quirúrgico que se intenta en los sectores más sensibles y críticos del propio oficialismo. Solamente un malabarista puede ocultar, y oculta, los densos y obscuros nubarrones económicos que, inevitable, se dejan sentir con la creciente precipitación del desabastecimiento, las devaluaciones, el desempleo o la inflación: ¿Cómo sobrevivirán esos estudios locales si estamos empapados de una crisis que asegura no mojar?
Finalmente, la otra y decisiva dificultad estriba en la posibilidad real de grabar, pues, más iguales que los iguales, según la vigente sentencia orwelliana, únicamente los partidarios del gobierno nacional tendrán esa oportunidad. Empero, en las propias filas del oficialismo, habrá los que monopolizarán la ocasión más por razones de amistad y de afinidad interna, que por una determinada tendencia o escuela artística.
Encontrándonos en la consulta pública realizada en Porlamar sobre el Proyecto de Ley Orgánica de Cultura, constatamos el afán divulgador de la promesa. Y, al no entenderla en el marco de una empresa más ambiciosa y profunda, la sentimos como otro ejemplo de la desindustrialización cultural que sufrimos, aunque la prédica se haga desde un estudio o cabina de grabación.

@luisbarraganj

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