Del Guaire al Turbio – Su obra maestra

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El pasado 2 de octubre, se cumplió 86 años de la fundación del Opus Dei por san Josemaría Escrivá (1902-1975). El recién pasado 27 de septiembre fue beatificado en Madrid don Álvaro del Portillo (1914-1994), sucesor inmediato del fundador a la cabeza de la Obra. Dos hombres que nacen y mueren en el siglo XX, el cual llenaron con su afán incansable da hacer y hacer crecer la vocación a la santificación del trabajo ordinario en el mundo y a propósito del mundo, en todos los niveles de la sociedad.  Lo lograron -aunque siempre será sin punto final- en los cinco continentes del planeta. A la Antártida todavía no llegaron.
Don Álvaro estuvo al lado de san Josemaría 40 años. Apenas lo conoció en 1935 –tenía 21 años- supo cual era su vocación. Por ésta rezaba Escrivá, sin conocerlo personalmente, porque se lo había señalado una tía de del Portillo cuando él buscaba candidatos para realizar lo que Dios le había pedido aquel 2 de octubre de 1928. Desde el primer momento se apoyó en la calidad humana y espiritual de aquel estudiante de Ingeniería de Caminos. Después llegó a llamarlo Saxum (roca) porque realmente fue cimiento seguro para las construcción de la Obra. Junto con don Javier Echevarría –actual prelado del Opus Dei- constituyó la pareja de custodios que siempre acompañan al Padre –los fieles de la Prelatura llaman así a quien hace cabeza- para asistirlo en lo material y en lo espiritual.  Don Álvaro, después de graduarse, ejercer su profesión y participar en la guerra civil española, con no pocos sufrimientos, fue ordenado sacerdote en el 25 de junio de 1944 y desde al día siguiente, 26, fue el confesor de san Josemaría hasta su muerte, justamente 31 años después, 26 de junio de 1975. Álvaro del Portillo recibió el testigo y continuó la carrera.
Le tocó al hoy Beato, no sólo aumentar la expansión de la Obra por toda la Tierra -que había comenzado san Josemaría- sino lograr la solución jurídica para el Opus Dei -por la cual tanto lucho, rezó y encomendó rezar el santo- y la beatificación de éste. La primera, el 28 de noviembre de 1982, cuando quedó instituida por Juan Pablo II la Prelatura de la Sociedad de la Santa Cruz y Opus Dei; y la segunda, el 27 de mayo de 1992.
Monseñor del Portillo encarna a la perfección lo que es la fidelidad a la vocación del Opus Dei. Si uno observa las grabaciones de las tertulias públicas de san Josemaría Escrivá por España y América Latina, siempre verá a don Álvaro sentado detrás, callado, con la mirada y el oído puestos en el fundador, sin perderle palabra, como si no lo hubiera oído nunca. Así bebió de la fuente directa el espíritu y doctrina del Opus Dei, esa convocatoria persistente para responder a la llamada universal a la santidad que nos hizo el mismo Jesucristo. Por eso, de todos los hijos de san Josemaría, fieles de la Prelatura, Álvaro del Portillo es su obra maestra.

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