Cuatro muertos cuando celebraban por elecciones

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La madrugada del lunes, simpatizantes del oficialismo se encontraban celebrando el triunfo de su candidato, Nicolás Maduro. Transitaban por la calle 14, detrás de la escuela básica Cedeño en Yaritagua, estado Yaracuy, cuando una serie de disparos comenzaron a detonarse, dejando el lamentable saldo de tres muertos y nueve heridos pero lamentablemente la cifra aumentó la madrugada de este jueves cuando falleció uno de los abaleados.

La última de las víctimas respondía en vida al nombre de Nelson José Rojas, de 31 años, quien trabajaba en Caracas como conductor en una reconocida empresa privada de medios de comunicación, pero se encontraba en su ciudad natal, porque fue a ejercer su derecho al voto. Su familia lo acompañó a la celebración, pero al rato “la cosa se puso fea porque empezó a discutir mucha gente”, narró su madre Aída Rojas.

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Comentó que después retornaron a su casa, en la urbanización Aminta Abreu, pero un amigo del hoy occiso, lo invitó a salir nuevamente y aunque no quería, le insistieron y se fue. Al momento de la balacera, murieron de forma instantánea José Antonio Palacio, de 25 años; Argenis Jiménez, de 21 años y Ronald Alvarado, de 19 años, quienes recibieron múltiples disparos de armas de fuego.

Otras personas resultaron heridas y trasladadas hasta el Hospital Central de Barquisimeto, como fue el caso de Rojas, quien recibió cuatro tiros: en el codo, el tórax posterior, la pierna y en el abdomen, por lo cual lo operaron de emergencia y estuvo recuperándose. A las seis de la mañana de este miércoles, le dio un paro respiratorio y murió.

“Le hicieron una intervención quirúrgica y estaba mejor pero después la atención médica desmejoró y como son tantos pacientes las enfermeras no se dan abasto para atenderlos a todos al mismo tiempo. Quizás eso influyó”, dijo la triste madre.

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De Yaritagua a Caracas
Hace cinco años Nelson José Rojas emprendió viaje hasta la capital venezolana en búsqueda de una mejora económica y poder mantener, así como a su esposa y siete hijos. Allá comenzó a laborar en el Bloque de Armas como conductor.

“Le iba bien. Venía todos los fines de semana a visitarnos”.

Su familia lo recuerda como un hombre trabajador, luchador y alegre, por eso, durante estos días se turnaban para cuidarlo. “La última vez que hablé con él fue a las dos de la mañana, se sentía un poco mejor pero con mucho dolor”, afirmó la mamá.

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