Croacia se convertirá el lunes 1º de julio en el 28º miembro de la Unión Europea (UE) tras diez años de arduas negociaciones, pero la realización de ese anhelo se ve empañada por las incertidumbres económicas que pesan sobre esta exrepública yugoslava independiente desde 1991.
Un centenar de dirigentes europeos, entre ellos la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, asistirán a la ceremonia de adhesión y miles de croatas participarán en los festejos en la plaza central de Zagreb.
Simbólicamente, se sacarán los carteles de «Aduana» de la frontera con Eslovenia, la única de las repúblicas de la antigua Yugoslavia que hasta ahora había adherido a la UE (en 2004) tras las guerras balcánicas de los años 90.
Al mismo tiempo, la inscripción «UE» se colgará en la frontera con Serbia, otro país desmembrado de la ex Yugoslavia, que espera abrir pronto negociaciones para sumarse al bloque.
Los fuegos artificiales que iluminarán la noche de Zagreb y otras ciudades croatas no lograrán disimular sin embargo que el sueño ha perdido su atractivo para buena parte de los 4,2 millones de los habitantes del país.