Creadores y productores sortean múltiples adversidades: Consumo de entretenimiento en picada

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Serias limitaciones afectan al sector cultural. Desde los insumos hasta el número de eventos que se conciben en la región. Creadores, artistas, productores y técnicos, sostienen que trabajan con sacrificio ante la escasez de recursos. Producir un espectáculo o una exposición, sea colectiva o individual, se hace cada vez más caro. Sin mencionar que la mayoría de los equipos son importados.

Juan Luis Rodríguez, director del Cine Club Charles Chaplin, señala que debido a la crisis económica el presupuesto que recibe del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), es menor.

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“Antes las carencias todo se reduce al mínimo. El recorte del presupuesto es de aproximadamente 30%. Como el dinero no alcanza, las actividades son limitadas”.

Añade que debido a la situación, existe cierto retraso en la entrega de los recursos. “Hay que planificar muy bien la agenda de eventos y economizar. Últimamente, se nos complica traer cineastas y preparar otras actividades”.

El recorte presupuestario no extraña al artista plástico Jesús Pernalete Túa, quien considera que a lo largo de la historia, el sector cultura no ha sido el más privilegiado.

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“Es visto como un sector accesorio. No se le da su justo valor. Y se trata de un poder que genera conciencia en la ciudadanía”.

Destaca que el sector plantea múltiples puntos de vista.

“La asfixia nos llevará a un estancamiento en la concepción de mensajes distintos. Esa asfixia tiene como fin establecer un pensamiento único. El Gobierno ha dejado claro que está en contra de la pluralidad”.
La crisis atenta contra la calidad de vida de los artistas. “No es solo que el producto se ha encarecido, es que no hay insumos. Desde hace años, estos artículos están en un reglón de lujo, ni siquiera en la categoría de materiales de oficina o de estudio”.

El artista tendrá que dejar de pintar, porque la producción es menor y de menos calidad. “Los espacios culturales sirven para la construcción de ciudadanía. De lo contrario la sociedad se marchita”.

El doctor Freddy Castillo, especialista en derechos culturales, expone que la crisis se agravó estos últimos años debido al régimen cambiario y la elevada inflación.

“La oferta de títulos en las librerías ha disminuido considerablemente. Libros de editoriales extranjeras no están llegando y en caso de recibirlos, su precio es alto”.

La realidad económica, no sólo afecta la literatura, también al resto de las expresiones artísticas.

“Me preocupa que bibliotecas de importantes universidades venezolanas, no reciben las revistas científicas para la difusión y actualización del conocimiento. Nos aislamos de la evolución del pensamiento. Las universidades no tienen dinero para cancelar la suscripción de esas revistas”.

Castillo asevera que la crisis no es argumento para conformarse y pensar que la creatividad depende de las penurias. “Silenciar a los creadores pudiera ser uno de los objetivos, ya que no se les estimula. El apoyo está restringido a un sector, identificado con una ideología. La cultura debe ser estimulada sin condiciones, ni sumisiones”.

La doctora Milagro Gómez de Blavia, concejala de Iribarren, de la comisión de Cultura, reitera que los artistas y quienes trabajan en el medio artístico, se encuentran afectados por la crisis, primeramente porque no encuentran la materia prima.

“Pinturas, telas, marquetería, bastidores, equipos, accesorios para los instrumentos musicales; no se consiguen, hay escasez de esos insumos o están carísimos. Los sonidistas no consiguen cómo reparar sus equipos ante la falta de repuestos”.

Por otro lado, la gente prioriza ante tantas adversidades.

“El consumo cultural o de entretenimiento va en picada porque la gente prioriza ante el desabastecimiento de alimentos y medicinas. La recreación está quedando en un segundo plano”.

Gómez de Blavia también apunta que se hace difícil recuperar los espacios públicos debido a la inseguridad y el deterioro urbano.

“Es muy costoso comprar un libro, ir al cine, teatro o concierto. Los boletos se han incrementado porque todo ha subido. Incluso es costoso acceder a actividades formativas. La crisis afecta la conformación de una sociedad con valores”.

El productor, locutor y actor Omar Aguirre, del espacio Música Oculta, enfatiza que ningún creador está exento de la crisis.

“El alto costo de todo nos asfixia. Desde la promoción en los medios impresos que carecen de papel, el alquiler de una sala, hasta conseguir un pasaje nacional o internacional. Solamente en el alquiler de un espacio se invierte una altísima suma de dinero. Los productores hacemos mil peripecias para sortear y torear todas las adversidades”.

El costo de una producción varía, sin embargo, abundan los trabajos minimalistas.

“Creo que esas grandes y elaboradas producciones pasaron a la historia. Se les cerró el espacio a los grandes espectáculos. Por eso ahora vemos tantos stand up comedy. El detalle es cuántos de esos show se hacen para formar y cuántos para entretener”.

Aguirre agrega que no hay telas para vestuario, escenografía y telones de fondo, tampoco maquillaje.
“Muchos artistas y productores reciclan, piden prestado, activamos la creatividad, pero no es el deber ser”.

Por otro lado, critica que grupos fantasmas y sin trayectoria reciban los aportes gubernamentales. “No lanzamos la toalla porque amamos lo que hacemos y la sociedad necesita cultivarse”.

A juicio del artista plástico Al Vanegas, esta situación afecta a la generación que hoy se forma en los diferentes recintos educativos.

Acota que los hacedores de imágenes visuales son pequeños empresarios y mientras no consigan los insumos para plasmar sus ideas, la supervivencia de un creador está seriamente comprometida.

90% de las herramientas son importadas. Años atrás Venezuela recibía productos procedentes de Estados Unidos y Europa, ahora lo poco que se consigue viene de China y de baja calidad. Los aglutinantes, pegamentos y el thinner, triplicaron su valor.

Para los escultores la situación es mucho peor, porque requieren de máquinas, las cuales necesitan repuestos y no se consiguen. Ante el alto costo del bronce, producto de la fusión de ciertos materiales que no se encuentran, quedan la resina y la marmolina, a precios considerables.

El otro problema es el mercado o comercialización de la obra. Los merchants no tienen obras qué ofrecer y las galerías prácticamente desaparecieron.

Quienes adquieren obras de arte, forman parte de la clase media o profesionales, quienes emigran todos los días.

“Producir una muestra, es muy costoso, sin incluir los gastos por marquetería e impresión de catálogos. Muchos tenemos que exportar la obra, lo cual es ciertamente complicado debido a los controles del Gobierno”.

El hacedor advierte: “desde la óptica de la formación este es un problema serio. ¿Cómo van a hacer quienes ahora se forman en las escuelas de arte? ¿Cómo van a desarrollar su trabajo?”.

Jesús Carrasquel, presidente del Consejo Autónomo de la Cultura en el estado Lara, expresa que desde hace cuatro años la Gobernación de Lara trabaja con un presupuesto reconducido, lo que hace variar la asignación de recursos a las distintas dependencias del Ejecutivo regional.

“Para la celebración de San Antonio de Padua apoyamos a los cultores en la elaboración del tradicional sancocho. El kilo de chivo pasó de Bs.30 a Bs. 150. En el ámbito musical observamos que no se consiguen cuerdas para cuatros, guitarras y violines. Las casas comerciales de equipos electrónicos ofrecían diversas marcas, ahora sólo se consiguen productos chinos de poca vida útil, no hay telas de calidad para producciones teatrales o dancísticas”.

Carrasquel explica que las agrupaciones incrementaron el valor de sus contrataciones.

“Vemos que los cultores para paliar la realidad, trabajan como obreros, vigilantes o comerciantes informales. Por otro lado, ¿cómo se puede planificar una gira musical a otros estados si los pasajes están carísimos, al igual que el hospedaje? Además, los impuestos por la actividad comercial son elevados”.

El presidente de Concultura añade que pese a las limitaciones, apoyan a los creadores con la difusión de su obra. También, les brindan asesorías jurídicas.

“Tratamos de atender las solicitudes. Si no es posiblecon recursos, lo hacemos con insumos, como por ejemplo, con velas o cohetes para las fiestas patronales, hidratación, toldos o sonido”.

“Como órgano rector de la cultura, queremos apoyarlos a todos, mediante la suma de esfuerzos con otras instituciones como Cortulara, la Manga de Coleo Juan Canelón, Fundela, entre otras”, puntualizó.
La enseñanza musical no está ajena a la situación, expresa el maestro Ángel Eduardo Montesinos, director de la Orquesta Mavare y violinista de la Sinfónica de Lara.

Contó que hace 25 años, una de las políticas de Estado consistió en producir los instrumentos, para lo cual, luthiers procedentes de Bolivia se radicaron en Mérida, tanto para formar constructores venezolanos, como para fabricar el cuerpo de los instrumentos con madera nacional. Lamentablemente, la iniciativa no se mantuvo en el tiempo.

En la década de los 80, también surgió una escuela de luthería en Los Teques auspiciada por el Sistema de Orquestas. Tampoco perduró. De pronto los instrumentos nacionales se volvieron más costosos que los importados.

“Vale la pena mirar atrás y retomar esas experiencias”, considera el músico. Destaca que la precariedad de cuerdas se agudiza con el paso del tiempo.

“Todo músico inicia su año con un juego de cuerdas. Si se toca unas 120 horas/mes, te duran dos meses. Con la situación alargamos ese tiempo a cinco meses. Así ocurre con el resto de los accesorios, como la perrubia y las cerdas, las cuales son hechas con crines de caballos canadienses o mongoles”.

Montesinos señala que recicla y tiene un banco de cuerdas usadas para solidarizarse con los alumnos.

“Estamos reciclando material vencido ante la incertidumbre. Los instrumentos no se consiguen al dólar oficial. Si bien, el Sistema asigna el instrumento al comienzo de la educación musical, luego se requiere un instrumento de mayor calidad. Hasta Bs. 100.000 puede costar un violín aceptable. Ni hablar de la etapa superior. Un gran artista no hace nada con un instrumento de tercera”.

Ramone Díaz, director de Teatro Andante, opina que para los artistas siempre ha sido cuesta arriba trabajar. Con la crisis económica y social de ahora, mucho más. Expone que es muy elevado el costo de las telas, las maderas, el alquiler del sonido y la iluminación, así como el arrendamiento de las salas, la impresión de las entradas y los afiches.

“Actualmente, las empresas no se animan a patrocinar los eventos. El público lo piensa dos veces antes de comprar una entrada por no poder invertir su dinero en algo que no es de primera necesidad como la alimentación o la salud o sienten temor al salir de noche. Los que sí se animan a asistir al teatro, prefieren apostarle a los eventos que vienen de Caracas con figuras de la televisión”.

Desmantelamiento

Carlos Eduardo López, presidente de la Fototeca de Barquisimeto, formula que el sector cultural porta una clavija en el pecho desde hace bastantes años.

“En los últimos 16 años se produjo el desmantelamiento de todas las organizaciones, ateneos, grupos independientes e individualidades que de una u otra manera, le habían dado un rumbo a la expresión artística de la nación”.

Pasó con el Ateneo de Caracas, lugar que cobijó el discurso del recién electo presidente Hugo Chávez. Luego fue intervenido con saña y prácticamente disuelto, relata López.

“Barquisimeto merece especial atención. El fracaso del centralismo lo encontramos en el principal espacio cultural de Barquisimeto, su museo, llamado en algún momento La Casa Grande, por albergar multiplicidad de corazones, voluntades e intereses”.

A juicio del gerente cultural, en el poco tiempo que tiene bajo el control del Gobierno nacional, su estructura está desmantelada; su remodelación inconclusa y los causantes de los males intactos.
“Si mal no calculo, ya han pasado ocho directores que viven en Caracas y periódicamente visitan el lugar. Al parecer no existe nadie con la debida confianza en la región para desempeñar el cargo”.
En este momento, dijo, no existe institución privada cultural independiente en Barquisimeto, apoyada por alguna instancia pública.

“Todo se reduce a los vividores de oficio, quienes vienen ordeñando el estado mucho antes de la gestión de Mariano Navarro y continúan percibiendo míseros doceavos del Gobierno, sin lograr influencia alguna en las gestiones públicas”.

Cine fortalecido

Hay más herramientas creativas para superar la crisis, acota Isabel Caroto, presidenta del Centro de Estudios Integrales de Comunicación Audiovisual (Cieca) y del Festival de Cortometrajes de Barquisimeto.

“Cuando nos toca hacer una película el CNAC nos apoya para solventar cualquier situación”.
No obstante, Caroto advierte que cada día hay más gente ajustándose o reduciendo la agenda de ciertos eventos.

“En este momento hay 51 festivales de cortos en el país. Algunos decidieron suprimir los días de inauguración, arrancar de una vez y dejar todo para el cierre”.

La productora comenta que la crisis no se ha sentido en su totalidad, pero cree que pueda acentuarse.
“Nosotros trabajamos por autogestión, creamos servicios diferentes que nos permiten mantenernos a flote. Abrimos otro tipo de cursos. Buscamos las maneras para sobrevivir. El temor al futuro para solventar las carencias es natural. Hasta el Estado tiene su propia incertidumbre. Tratamos de ver el lado positivo de las cosas. El cine cuenta con fortalezas para superar la crisis”.

 

 

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