COMO LA GUAYABERA

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La Navidad trae regalo sorpresa para la extrema izquierda latinoamericana: El aplastante golpe moral de una sorpresiva traición por parte de sus maestros, paradigmas, y fuentes de apoyo e inspiración.

Como regalo de Reyes – simultáneamente y también desde La Habana – los carnales de las FARC capitulan con un cese unilateral al fuego.
A los Castro sólo les interesa morir en el poder, y por ello sacrifican lo que sea o a quien sea. Nunca han tenido el menor empacho en abandonar a quienes alguna vez llamaran «aliados incondicionales», «hermanos de lucha» y otras pajuatadas por el estilo. Allá quienes alguna vez creyeron en amores entre alacranes.

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Raúl Castro y su corte saben mejor que nadie que la gran ubre que les brinda respiración artificial desde hace 15 años hoy se agota sin remedio, cual cascarón de naranja exprimida. Al hundirse el salvavidas no se quedan siquiera a esperar el entierro.

A otra cosa, mariposa: Ni cortos ni perezosos abdican su paradigmático rol de enemigos irreductibles de Estados Unidos é impúdicamente pactan con los mismos villanos a quienes llevan medio siglo achacando todos los males de Cuba.

El régimen cubano – al que tantos consideran siniestramente superdotado e inexpugnable – acaba de protagonizar la más asombrosa voltereta.
La insólita amoralidad de Obama hace que muchos – incluso en Cuba – piensen que el castrismo se ha anotado una gran victoria. Pero ese tiro puede salir por la culata y la euforia que hoy se sienta en La Habana quizás resulte efímera – porque la desvergonzada movida entierra para siempre las últimas banderas que le quedaban al régimen fósil.

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A Raúl le pasará lo que al negro fino de la inolvidable pieza de Miguelito Valdés: Toda su argumentación de rojo puro se le va a caer. Se esfumó el traje imaginario del emperador. La ciudad del Barón Munchausen jamás fue asediada por el ejército turco.

¿Y cómo queda la izquierda coprófaga que a lo largo de Latinoamérica se ufanó de amistad con los oportunistas tiranos de la isla?
¿Qué dirán ahora los histriónicos ñángaras tropicales que ostentosamente declaman antipatía y enemistad hacia Estados Unidos?
¿Qué pasará con algún mandatario bocón que hoy monte patéticas marchas antiyankis – y mañana se entere que su director espiritual negoció en secreto con el «imperio» mismo?

Pues sencillamente quedarán colgados de la brocha. O, como se dice en Venezuela: por fuera, como la guayabera. Y si los dos grandes cínicos se reúnen luego en la Casa Blanca tendrán que verlo todo por CNN, con los ojos claros y sin vista. Sorpresas que da la vida.

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