Cine venezolano confirma su «momento estelar» con su primer Goya

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Con el primer premio Goya de su historia, una Concha de Oro del festival de San Sebastián, nuevas propuestas temáticas en cartelera y una generación ávida por triunfar en la gran pantalla, el cine venezolano confirma que vive un «momento estelar», según expertos.

«¡Este es el primer Goya para Venezuela!», exclamó el actor y director Miguel Ferrari tras recibir el domingo el premio a la mejor película iberoamericana de la Academia de cine de España por su ópera prima «Azul y no tan rosa», un film sobre la homosexualidad que se alzó con el último de varios reconocimientos al fortalecido cine venezolano.

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«Vivimos un momento estelar en el cine del país. Ya 2013 fue el año de mayor afluencia de espectadores en las salas y 2014 será un año excepcional porque la gente se siente a gusto viendo nuestro cine», dijo a la AFP Alberto Arvelo, director de «Libertador», una cinta sobre la vida de Simón Bolívar a estrenarse en julio de 2014 en Venezuela y el exterior, sobre la que también se tienen altas expectativas.

Para este año, el estatal Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) aspira a exhibir en cartelera 38 películas -17 más que en 2013 y 23 más que en 2012- y que los títulos -nuevos o de los últimos años- se presenten en 32 festivales internacionales, sólo entre enero y abril.

   Otra cara

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Para el cineasta Carlos Azpúrua, nominado en 1999 al Goya por «Amaneció de golpe», sobre el fallido golpe de Estado del fallecido Hugo Chávez en 1992, se están «integrando nuevos contenidos, visiones y realidades al cine venezolano (…) Vivimos la evolución de nuestro cine, que se renueva en el tiempo».

El resultado es este Goya para «Azul y no tan rosa», una de las películas más taquilleras de la cinematografía venezolana que narra la historia de una relación homosexual, y la Concha de Oro de San Sebastián para «Pelo malo», de Mariana Rondón, que cuenta la obsesión de un niño de nueve años por alisar su pelo rizado para la foto de la escuela, lo que hace a su madre cuestionar su sexualidad.

También el domingo, «Esclavo de Dios», ópera prima del venezolano Joel Novoa, fue galardonada como mejor película latinoamericana en el Festival Internacional de Cine de Santa Bárbara (California, Estados Unidos), por el relato de dos extremistas, uno islámico y otro judío, que cruzan sus caminos en medio de un ataque terrorista.

«Estamos viviendo un momento en el que aparecen en el cine venezolano géneros que no eran tradicionalmente explorados, como pasa en ‘La Casa del fin de los tiempos’, una película de terror o como la comedia ‘Papita, maní tostón'», opinó Arvelo.

Para el realizarod, son estas temáticas las que han generado la nueva cara del cine venezolano, de la mano de «nuevas generaciones de cineastas» que llevan sus ideas a las salas.

«Antes nos quedábamos sólo en los problemas de los barrios (barriadas pobres) y ahora se siguen tocando, pero con ópticas distintas», agregó.

Uno ejemplo de ese cine fue la estremecedora «Secuestro Express», de Jonathan Jakubowicz, que muestra la violencia y modus operandi de bandas de jóvenes de bajos recursos dedicados al plagio de personas.

 «Cine de Estado»
Además del autofinanciamiento, en Venezuela los cineastas pueden obtener ayudas de dinero para sus producciones por dos vías.

La primera es el CNAC, ente estatal que nace en 1993, pero que desde 2006 cuenta con un fondo que se sustenta con recaudaciones de productoras privadas, un porcentaje del valor de la entrada, de los distribuidores, televisoras y cableoperadoras, que asegura alguna autonomía a los cineastas en su temática.

A este centro se le atribuye el incremento de la producción cinematográfica en los últimos años.

También está la Villa del Cine, la primera productora estatal creada en 2006 por el fallecido Chávez y que financia sólo guiones denominados como «cine de Estado», orientados por los lineamientos del gobierno chavista.

El cineasta venezolano Carlos Oteyza, director del documental «Tiempos de dictadura», reconoció que a partir de 2006 el apoyo del CNAC a la industria del film ha permitido un mayor número de producciones.

Pero aseguró que «a la gente le da miedo presentar guiones que puedan ser censurados por tratar temas como el control del Estado venezolano sobre todas las instituciones o el asedio a la libertad de expresión».
Para Oteyza, la cartelera venezolana muestra que, probablemente, el venezolano está buscando «un cine de escape», y lamentó que las historias que cuenta se hayan alejado «de la realidad del país en los momentos de mayor controversia».

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