Capriles, hacia un segundo asalto por la presidencia de Venezuela

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Con los golpes, heridas y arañazos que le dejaron su combate electoral con Hugo Chávez aún recientes, el opositor Henrique Capriles podría tener otra oportunidad de disputar la presidencia de Venezuela, pero esta vez contra Nicolás Maduro, heredero político del fallecido líder socialista.

Pero si derrotar al carismático Chávez y su idilio con los pobres del país petrolero era una tarea titánica, podría serlo incluso más enfrentar a su delfín en medio de un ambiente cargado de emotividad por su intempestiva muerte el martes tras dos años de dramática batalla contra el cáncer.

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Capriles todavía no ha confirmado si se lanzará al ruedo tras su dolorosa derrota el 7 de octubre, donde perdió por más de 10 puntos pese a que logró la mejor marca electoral de la oposición tras una maratónica campaña en la que se dio baños de multitudes a lo largo y ancho del país sudamericano.

Sin embargo, el joven gobernador de 40 años se mostró desafiante en las últimas semanas pese a que algunos sondeos mostraron que Maduro, ex chofer de autobús de 50 años, sería el claro favorito en las urnas.

«Ya llevo dos vicepresidentes, que los he raspado (vencido), raspaítos, ya llevo dos, la tercera es la vencida (…) manden al tercero», dijo recientemente Capriles, aludiendo a cómo derrotó a los ex vicepresidentes Diosdado Cabello y Elías Jaua en elecciones regionales por el estado Miranda.

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Descendiente de una familia de polacos judíos, Capriles ha buscado alejarse de la desprestigiada vieja guardia opositora y presentarse como un nuevo líder que sube a los barrios pobres en su propia moto, juega baloncesto con los jóvenes y atiende en persona los problemas de las comunidades.

Pero sus enemigos le recuerdan constantemente sus orígenes adinerados y lo acusan de participar en el breve golpe contra Chávez en 2002 cuando fue acusado de «asaltar» la embajada cubana en Caracas, un confuso incidente por el que pasó cuatro meses preso y que él siempre ha negado.

Capriles prometió en su campaña girar hacia un modelo mixto de economía de mercado con fuerte acento social al estilo de Brasil, asegurando que mantendría los programas asistenciales del chavismo pero revisaría los controles de precios y de cambios y las «fracasadas» nacionalizaciones.

Además, dijo que revisaría la controvertida diplomacia del Gobierno -que cuenta entre sus aliados a países como Siria, Irán
y Rusia- así como los programas de envío petrolero en condiciones preferenciales a países aliados como Cuba, Bolivia y Nicaragua.

    El espíritu de Chávez

Con el deceso del mandatario, Capriles ha preferido moderar el tono después de semanas de duros cruces de acusaciones con el vicepresidente, su potencial rival, al que calificó de «mentiroso» e «incompetente» en lo que parecía el precalentamiento hacia una campaña electoral.

«Esta no es la hora de la diferencia, es la hora de la paz, es la hora de la unión del compromiso y de demostrar nuestro profundo amor por Venezuela», dijo el abogado, quien recuperó parte de su capital político al ser reelecto como gobernador del estado Miranda en diciembre.

Pero el torrente emocional que ha desatado la muerte de Chávez podría ser un revulsivo difícil de enfrentar.

«Esta elección no va a ser sobre Capriles contra Maduro. Será Capriles contra el fantasma de Chávez», dijo un diplomático occidental en Caracas.

«¿Cómo podrían ir los seguidores de Chávez contra su última voluntad? Virtualmente, sus últimas palabras en público fueron ‘votad por Maduro'», agregó.

Capriles tendría que comenzar por aglutinar voluntades en la heterogénea coalición opositora, llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que tras las elecciones de octubre y la derrota de las regionales de diciembre comenzó a mostrar fisuras sobre cómo enfrentar la crisis por la enfermedad de Chávez.

Para tratar de acortar la brecha de 11 puntos que lo dejó por debajo de Chávez en octubre, Capriles posiblemente esperará que la atención de los venezolanos gire de las emociones que ha despertado la muerte del mandatario a los problemas del día a día en el país.

Estos van desde altas tasas de homicidios, una galopante inflación, cortes de electricidad, un déficit habitacional y corrupción en todos los niveles de Gobierno.

Asesorado por estrategas brasileños, Capriles centró su campaña electoral en estos problemas y es posible que repita esa táctica, pintando a Maduro como el hombre errado para arreglarlos.

Chávez opacó a Capriles el año pasado con su pintoresca personalidad y los constantes recordatorios de sus populares «misiones» que ofrecen desde clínicas atendidas por médicos cubanos hasta baratos centros de abasto.

El cruce de palabras entre Maduro y Capriles hasta poco antes de la muerte de Chávez presagia una agresiva campaña una vez el presidente sea enterrado.

Pese a que ha cultivado una imagen de hombre de calle, su procedencia de una familia acaudalada seguramente será el blanco de las críticas de sus adversarios en caso de que decida ser el candidato de la oposición.

Apenas la semana pasada, Maduro sacó a relucir un viaje privado que hizo a Nueva York y Miami, llamándolo el «príncipe miamero (sic)».

Pese a que se describe a sí mismo como un progresista, el gobernador pertenece al conservador partido Primero Justicia, que ayudó a fundar en el 2000.

Sus críticos dicen que realmente es un político de «ultraderecha» en manos de la tradicional élite venezolana proestadounidense.

Foto: Archivo

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