Capitalismo Lunar – ¿Trabajar o pasar trabajo?

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Mañana es el Día del Trabajador. Como todos los primero de Mayo, muchos trabajadores dedicarán ese día a descansar o compartir con su familia, mientras otros, que lamentablemente se encuentran desempleados o navegan en las aguas de la precariedad laboral, aspirarán, como un deseo ya cotidiano, mejorar su situación y poder obtener un empleo bien remunerado.

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Aterrizamos en este día, en medio de la más profunda crisis económica, social y política que ha vivido la República, en un contexto de deterioro grave de un aparato productivo que padece los embates de un gobierno decididamente anti-empresarial, enemigo de la inversión privada, del emprendimiento particular, y de todo aquello que no signifique dependencia del Estado-Partido oficial para la subsistencia, para el trabajo, para la producción, para la inversión.

Es muy probable que mañana más que anuncios, haya amenazas. No a los trabajadores, recordemos que tenemos un presidente “obrero”. De seguro habrá nuevas amenazas o amedrentamientos a esos fantasmas, alucinaciones que la “revolución” ha escogido propagandísticamente en llamar “guerra económica”, para culpar al sector empresarial, del fracaso del modelo económico que, sustentado en un empeño cada día más totalitario en lo político, el gobierno se empeña en imponer. Hay expectativa por lo que el Presidente Maduro diga en términos salariales. Más allá de lo que diga o calle, la gente sabe que la hiperinflación convertirá esa vana novedad en verdadero polvo cósmico.

El aumento del tamaño del Estado venezolano, legado de la ola de expropiaciones, ocupaciones y guerra declarada por la “revolución” al sector empresarial, ha generado el aumento de la nómina de la Administración Pública, pero hoy, esa misma nómina es testigo, en muchos casos, en las empresas básicas de Guayana, o en Pdvsa, en fallidos experimentos de empresas de producción social o comunal, del derroche, del fracaso, de la incapacidad, de las mafias, de la corrupción, de los controles, de la escasez, que ese legado ha generado para el país.

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Los contrastes están allí. Estoy seguro que la gran mayoría de los venezolanos, de los hombres y mujeres que día a día madrugan para buscar su sustento y el de su familia, creen y valoran al trabajo, desde lo ético, lo personal y lo familiar, como un hecho social que permite sus crecimiento y el de la nación. Dejan en evidencia a una minoría, que prefiere medrar en las garras del clientelismo populista, o haciendo de la malversación de dineros públicos la impune escalera para mejorar su estatus o el de su familia.

El país exhibe hoy las carencias, humillaciones y miserias de un régimen que aspira a controlar todo aquello que pueda ser controlado en Venezuela, que no desea que las empresas y la gente produzca más y mejor, sino repartir las migajas de aquello que saquearon, con mecanismos de racionamiento y colas con el que pretenden ocultar su fervoroso amor por la distribución de la miseria, o la estandarización de la pobreza.
Mañaña, se asoma como reflexión un dilema. ¿Trabajar o pasar trabajo?

@alexeiguerra

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