Capitalismo lunar – Militantes de la Libertad

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Los recuerdos suelen ser fuente de conciencia de todo aquello que fue posible y que sospechamos, y deseamos que pudiera seguir siendo. Buscamos en la memoria vivencias que siempre tuvieron un escenario, un espacio urbano, familiar, social, hogareño, cercano, en pocas palabras entrañable. Y la ciudad, es por definición, el encuadre físico en el que gravitamos, padecemos, trabajamos, compartimos, amamos, o desplegamos nuestros temores e inconformidades.
Cada nuevo cumpleaños de Barquisimeto, desde hace algún tiempo, se me aleja cada vez más de la consabida pompa y protocolo, y se sumerge en una nostalgia de recordar ese punto de nuestro pasado como ciudad, como país, en el que pensábamos que a pesar de los problemas, todo podía mejorar.
El autoritarismo en desarrollo, como esquema de dominación y control, supone la uniformidad del pensamiento, el silencio de toda crítica, y sobre todo el intento de evitar que la libertad, como dimensión constitutiva del anhelo del hombre, pueda expresarse en toda su plenitud. La “revolución” no es sólo hoy, sinónimo de fracaso y fanatismo desteñido y reincidente, sino conciencia de la quiebra y saqueo de una nación.
La amenaza que sobre nuestro Diario EL IMPULSO se cierne, por la negativa de entregarle y autorizarle las divisas necesarias para poder comprar el papel y los insumos básicos para su impresión, hace rato cruzó la frontera del descuido, o la indolencia, y se configuró como un patético y deliberado ejercicio de censura, castigo e intolerancia a la prensa independiente, veraz y crítica. Aunque escasee y eventualmente falte, no hay en este asunto medias tintas: la política comunicacional de la “revolución” es acallar, silenciar, presionar o enterrar cualquier amenaza a su declarado propósito de aferrarse al poder, criminalizando cualquier idea, palabra, hecho u opinión que devele las mentiras que repite, a diario, para intentar engañar a la gente.
Barquisimeto y EL IMPULSO se sumergen en la sinonimia de los recuerdos, en el nebuloso pero vital recorrido por todo aquello que nos define como larenses.
El poder se ha dedicado a formar ejércitos uniformados para perfeccionar el control social, económico, ideológico, a fin edificar una sola “realidad” en la que puedes salir en la noche y caminar “chévere” porque no hay inseguridad ni impunidad, y en la que las colas no responden a la escasez por el fracaso de una concepción productiva, sino al saboteo y a la “guerra” económica.
La mentira es su arma. La propaganda un recurso cuya intensificación es inversamente proporcional a la credibilidad que genera. Al final, pase lo que pase, seguiremos sintiendo a nuestro Impulso como parte de nuestra cotidianidad, quehacer, cultura y convicciones. Acompañándolo como un ejército ciudadano cuya única arma es la verdad y el deseo de estar informados. Hoy más que nunca, como militantes de la libertad.

@alexeiguerra

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