Capitalismo Lunar – Divide y te hundirás

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“Divide y vencerás”, dice una de las máximas más reverenciadas en el mundo de la política y la estrategia, sobre todo cuando estas se plantean de forma clara y sin ambages, la captura del poder en cualquiera de sus formas, cuotas o beneficios, en esa perenne competencia que las necesidades crecientes y los recursos escasos le plantean a los hombres.
El gregarismo, elemento seminal de cualquier conjunto societal, ha transitado durante siglos los tortuosos caminos de las guerras, los enfrentamientos, pero también los procesos de creación y consolidación de espacios nacionales, republicanos e históricamente moldeados, que configuran una mayor o menor cohesión social, una sólido tejido institucional, normativo y regulatorio, y por ende, gobernabilidad medida no sólo en paz social, económica o política, sino en tanto posibilidad de construcción de proyectos colectivos a largo plazo.
La política, supone así no sólo la posibilidad de debatir, deliberar e intentar la construcción de consensos, con base en aquellos temas y aspectos del dominio público o de ese “bien común” perseguido, sino de hacerlo obviamente desde una ideología o paradigma que buscará diferenciarse en su exposición y defensa pública, de las otros actores intervinientes en ese foro público, en ese juego político.
La “revolución” navegó en sus inicios, y pretende seguir haciéndolo sobre esa premisa del “divide y vencerás”. Alimentando el resentimiento y el odio entre clases sociales, abonó el terreno para una polarización que hoy padecemos, y que sumado al derroche de la renta petrolera, el secuestro de los poderes públicos y la creación de un verdadero Estado-Partido Militar, explican en alguna medida, la aguda crisis que vive hoy Venezuela, sumida en la miseria, la escasez y la decadencia, bajo la irresponsable conducción de quienes ya no ocultan su deseo de permanecer en el poder, sin importar ya las formas o mecanismos electorales que permitan oxigenarle y garantizarle su control y dominio.
Hoy muchos hablan de “transición” para definir el momento presente, caracterizado por el ocaso, por el fracaso de un modelo económico que no obstante, pareciera “blindado” en lo político, y por la idea de que cualquier cambio, profundo o cosmético, debería surgir dentro de la esfera del oficialismo. La oposición, en condiciones claras de capitalizar el descontento por el fracaso de la gestión gubernamental, no lo hace, distraída en pugnas internas (presentes también dentro del proceso), y más grave aún, con la ardua pero imperativa tarea de alcanzar un nivel de unidad, resolviendo de sus diferencias sobre la naturaleza del tipo de régimen al que enfrenta.
Los liderazgos están allí, esperando para surgir (o insurgir) contra cualquier pretensión anti-democrática. Aquellos que logren la unidad entre quienes hoy quieren un cambio político, social y económico en el país, lograrán avanzar, a diferencia de quienes insisten en el odio y apartheid político. La frase puede cambiar: “Divide, y te hundirás”.
@alexeiguerra

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