Es impresionante cómo la oligarquía elabora con perfección casi matemática una historiografía de ocultamientos, mentiras y exageraciones, según su mejor conveniencia.
Por ejemplo, los sucesos del 12 de julio de 1854, cuando la élite económica, intelectual y política de Barquisimeto dirigió un motín contra el gobierno legítimo del prócer independentista capitán Martín María Aguinagalde.
Involucrados en estos incalificables hechos aparecen altos personajes barquisimetanos, entre ellos quienes, fueron proclamados en junta gubernamental: Mariano Isava Alcalá, Dr. Rudecindo Fréitez y Dr. Juan de Dios Ponte y secretario el poeta Abigail Lozano; el general Juan Bautista Rodríguez, a quien el gobernador Aguinagalde había confiado el mando de tropas provinciales, fue captado por los insurrectos y nombrado Jefe de Operaciones; el jefe de la Guarnición de Barquisimeto, comandante Antonio José Vásquez, tampoco cumplió su juramento de lealtad al gobierno y desde antes de la insurrección se sumó a ella activamente.
Los acontecimientos se iniciaron cuando un grupo de mercenarios y asesinos, acuartelados en la vivienda de Basilio Roque, uno de los conjurados, al oír el estallido de un cohete, salieron a la calle fuertemente armados hasta llegar e invadir la casa del gobernador y arremeter con saña criminal contra él y contra quienes lo acompañaban.
Léase lo que consta en el expediente instruido el 9 de septiembre de 1854, las declaraciones de Pedro Planas, sobreviviente milagroso del sádico atentado de los conservadores barquisimetanos contra las autoridades. Declaró que “… sobre él cayeron con la mayor velocidad la turba de malvados, que le asestaron cruel y horrorosamente ocho heridas mortales (sic) y en partes sumamente nobles; le dejaron expirante y muerto en el concepto de los asesinos, pero antes de las últimas heridas presenció el exponente la tremenda puñalada que por el cuello le diera el malvado Nemesio López, al virtuoso y leal gobernador Martín María Aguinagalde cuando bregaba con el famoso asesino Torcuato Pérez; y es testigo también de que este mismo, Federico González, José María Vásquez, Rafael Giménez y otros individuos que no distinguió bien descargaron multitud de puñaladas sobre el cuerpo respetable del Gobernador, llegando José María Vásquez hasta el bárbaro e inicuo extremo de sacarle los ojos y patearle la cara; que es testigo también el declarante del machetazo que dio muerte al Jefe Político de Cabudare José Parra, descargado por Rafael Gimenez pues aquel funcionario se encontraba también en la casa del Gobernador…”
Causa de este atentado oligárquico fue la Ley de 24 de marzo de 1854, aboliendo para siempre la esclavitud en Venezuela y sus principales inspiradores fueron Aguinagalde y su cuñado Simón Planas, tanto el hermano de éste, Pedro, como el gobernador, fueron señalados a los asesinos como presas que debían morir.
Pedro Planas, recibió un machetazo en el brazo derecho, una estocada en el cuello, otro machetazo en la quijada izquierda inferior, un lanzaso en la espalda, una cuchillada sobre el labio superior y otra en el recto; así y todo logró refugiarse en una casa vecina hasta donde lo persiguió el licenciado Diego Luis Troconis “a acabarle de matar con un par de pistolas cuyo hecho no realizó por suplicas de la esposa del señor Matías Martínez [dueño de la casa], y porque vio armados en defensa del declarante a Evaristo Martínez y a Lucas Yanes…”
Mire, lector, cuando la derecha le hable de derechos humanos, tolerancia, democracia, libertad, no la oiga o, por lo menos, hágalo desde lejitos. El 12 de julio de 1854 es una de las fechas más luctuosas y de eterno bochorno en la historia barquisimetana, bastante solapada por las élites de la ciudad.
