Caminito que un día – Primera visita de Pablo Morillo a Barquisimeto (2)

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Morillo recibió en Barquisimeto una comunicación del brigadier D. Pascual Real, que el 6 de julio le informaba que guerrillas al mando de los capitanes D. Fernando Torralva y Anselmo Díaz, atacaron al pueblo  de San Jaime, cerca del río de la Portuguesa y en combinación con el “benemérito cura párroco D. Juan José López Serrano” sorprendieron a  los rebeldes que lo guarnecían, la mayor parte fue pasada a cuchillo, se capturó al capitán de los insurgentes, comandante Francisco Castillo y el resto de los rebeldes repasó el Apure.
Los 1500 habitantes, emigraron hacia El Baúl, dice, protegidos por las tropas reales, según órdenes expresas de Morillo quien, al dar cuenta de estos hechos el 22 de julio al Ministro de Guerra, recomienda para su reconocimiento al expresado cura y a Torralva y a Díaz .
Del 22 de julio es también una extensa comunicación de Morillo para el Ministro de Guerra en la cual le informa que por oficio del 10 de julio del “capitán general interino de estas provincias”, brigadier D. Juan Bautista Pardo, sabe que seis flecheras desembarcaron “en las bocas del Tuy”, valles de Barlovento y según otro informe del coronel Sebastián de la Calzada, comandante general de la 5ta división, un cuerpo de tropas rebeldes, procedentes de Nutrias, atravesó el río Apure ocupando a Barinas el 7 de julio con  1200 caballos y 500 infantes por lo que ha ordenado la destrucción de ambas fuerzas.
“El desembarco en los Valles del Tuy, escribe, me llena de grandes cuidados, considerando los efectos prodigiosos que la insurrección puede hacer en ellos, con las terribles y numerosas esclavitudes de que están poblados, al momento que éstas, halagadas como es preciso por la dulce idea de la libertad, tengan en su mano la alternativa de dejar los duros trabajos de la servidumbre de las haciendas, por tomar las armas en defensa de un partido que les ofrece bienes, rango y saqueos”.
Morillo le recuerda su idea de organizar en Barlovento “un batallón de esclavos por el premio de su libertad”.
Describe el desamparo costero “desde las bocas del Orinoco hasta el itsmo de Panamá” que facilita la acción de los piratas que “con peores buques y con menos recursos que los nuestros, nos han hecho una guerra cruel, o por mejor decir son los únicos enemigos que hemos tenido”; dice que de haberse destruido este peligro “jamás se hubieran verificado los desembarcos de Bolívar, la ocupación de Guayana”, ni otra  multitud de sucesos desgraciados.
Opina que la situación de la marina real es negativa: una corbeta llamada Ninfa “se halla desmantelada, llena de averías y de urgencias en Puerto Cabello” y presume que “no vuelva a salir nunca a la mar, y que se pudra en las fatales aguas de aquel puerto” según “el paso lento que llevan todos los graves negocios del servicio del Rey en estos países…”.
Lamenta que ninguna reclamación de las que ha hecho “producirán otra cosa que el triste y repetido desempeño de que sin socorros forasteros es absolutamente imposible conseguir nada”
Un profundo desaliento impregna esta comunicación de Morillo en referencia a la suerte que el inmediato futuro depara para el Ejército que comanda y provoca pensar que  su estancia en Barquisimeto no es sino tratando de obtener, en la seguridad de una ciudad en manos de la monarquía y con gente que son férreamente leales a la corona, alivio y descanso a sus desengaños frente a la situación, tan poco esperanzadora para la monarquía y sus representantes.
Continúa informando que con el desembarco de las “malas flecheras” insurgentes, a los valles del Tuy “sin que nadie pueda oponérseles, interín la cuadrilla de Brion nos reducirá a un estrecho bloqueo en todos nuestros puestos” cree, en consecuencia inevitable la pérdida de Cumaná y que Guiria “será presa fácil y su guarnición derrotada al quedar aislada de todo auxilio”.
A la falta de auxilios oportunos atribuye Morillo,  no obstante los éxitos de las armas del gobierno y de la destrucción de “numerosas tropas y de las mejores jefes que han presentado los enemigos, el que no se haya logrado el triunfo total”. Y escribe:
“Cualquiera de sus caudillos que se presente solo en algún territorio donde no haya tropas del Rey, alarma a los habitantes, liberta las esclavitudes y forma en pocos días un nuevo Ejército. Bolívar, Páez, Cedeño y todos los demás cabecillas, barridos, dispersos y arrojados de una provincia, van a sublevar otra sin recelo de hallar obstáculos y seguros de encontrar la buena voluntad de sus habitantes”.

caminitoqueundí[email protected]
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