Caminito que un día: La tura de los ayamanes (IV)

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Según el Dr. Ambrosio Perera (1967, II, p. 65) el autor de este folleto, “de notable actividad y de clara inteligencia”, como casi toda su familia, militó en las filas conservadoras viviendo en permanente choque con sus contrincantes liberales quienes, mediante recluta, lo sacaron de Carora. Informa el Dr. Perera que escribió un folleto donde describe un viaje que hizo de Carora a Bogotá y que casó con doña María Perera. Por fuentes orales se sabe que J. B. Perera ejerció el cargo de maestro en el entonces Distrito Urdaneta y debió ser entonces cuando redactó el Reglamento de Turas al que, por supuesto, impregnó no sólo de sus ideas religiosas sino incluso su ideario político conservador de lo que es muestra, por ejemplo, su artículo 5 en el cual pone a los indígenas de Quebrada Honda a decir lo siguiente:
“Nos proponemos también, llevando a cabo las inocentes fiestas de los bailes de tura, dar a nuestros hijos alguna idea de gobierno, que sepan que en una República como es la de Venezuela, es la voluntad popular la que hace todos los gobernantes y no la de un solo hombre; y que el gobierno [que] surge legalmente, por la voluntad del pueblo, ese mismo pueblo debe respetarlo…”.
En 1888, asume la presidencia Juan Pablo Rojas Paul, político que no obstante su credo liberal, irrumpe contra la gestión de su mentor Antonio Guzmán Blanco y los estudiantes de Caracas derriban sus estatuas y las despedazan a mandarriazos, “se arrancaron las placas, retratos y monogramas de donde estuviesen. Se saquearon sus propiedades: casas y haciendas en Caracas, Macuto, Valencia y otros lugares”.
Mucho debió influir este ambiente de sacudimiento político antiguzmancista, a la hora de redactar esta parte del artículo 5 del Reglamento.
En el artículo cuatro se dice que los firmantes declaran ser “cristianos, apostólicos y romanos, y que profesamos como dogmas de fe, todo lo que Dios y su Santa Iglesia manda, predica y enseña”, pensamientos de filosofía política y de fe religiosa que es difícil creer profesaran tan categóricamente los indios Ayamanes de esta zona de Quebrada Honda, en el Estado Falcón.
Hay, sinembargo, en este material una importante relación histórica “probablemente desde antes de la conquista por los españoles, hasta 1814” siendo su capataz entonces un indio de apellido Loyo en cuyo gobierno, hacia el final del mismo, se produjo una cierta decadencia de esta fiesta pero que en 1824, luego de su muerte se nombró capataz a un sobrino suyo llamado Alejandro Loyo.
Al producirse unas calenturas, que seguramente causaron muertes, en Mapararí y Durisi; se eligió otro capataz nativo de Bobare de nombre Silvestre Cano quien continuó la tradición en un sitio llamado “Pozón de Quebrada Honda” hasta 1846 cuando murió. Ese mismo año fue electo como capataz el señor Francisco Antonio Pire quien “compró a Cano el derecho de bailar tura en el patio de su casa en Quebrada Honda” lo que hizo hasta 1850 cuando murió y los indios del lugar nombraron a Domingo Vargas que se mantuvo hasta su muerte en 1868 como capataz, bailando tura en el patio de Pire. Entonces los indios nombraron a Valerio Pire y éste declinó el cargo a favor de su madre Plácida Pire, hija de Francisco Antonio el antiguo capataz.
(Continúa…)

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