En el tratamiento que órganos oficiales y particulares naturales o jurídicos, le han dado al asunto de los ejidos de Barquisimeto, pueden localizarse tantas fechas de deshonestas actuaciones que, prácticamente, podría, sólo en ese tema conformarse un calendario vergonzoso, infamante y vituperable cuyos protagonistas, desde la misma fecha de la donación hecha a la ciudad de dichas tierras, parece importarles bien poco salvo como no sea para la negociación fraudulenta y el enriquecimiento ilícito.
Me hice la ilusión yo que con la llegada de un gobierno revolucionario, popular y bolivariano, las cosas cambiarían y se instauraría una política de reivindicaciones totales de esta propiedad municipal pero todo quedó en eso, pues quienes se proclamaron representantes del Comandante Chávez en esta entidad, no sólo llevaron a cabo negociaciones poco transparentes sino que, se dice aunque no me consta ni podría probarlo, que muchos retuvieron cuantiosos beneficios personales y conocidos gestores en tierras ejidales, recibieron también su correspondiente utilidad, en especies o canonjías.
Se revisa la historia de los ejidos de Barquisimeto y si se es consecuente con un ideario democrático debe concluirse que la misma “donación” de las tierras ejidales fue un despojo descarado de tierras indígeno-caquetías para favorecer a la población española de 1596 y tiempos siguientes; luego deben agregarse los llamados alinderamientos generales, cada uno de los cuales sirvió para que ciertos grupos de las clases blancas dominantes de Barquisimeto, se apropiaran de inmensas cantidades de dichos terrenos en beneficio de sus afiliados, tal como sucedió con el del 15 de diciembre de 1755, (antes se había hecho otro el 5 de octubre de 1611) que le quitó a la ciudad más del 50% de ejidos; aquí caben también los despojos hechos a la ciudad por ocupaciones fraudulentas y pronunciamientos jurídicos mañosos a favor de los ocupantes ilegales.
Se han publicado varios trabajos al respecto pero ahora nos queremos referir a una fecha en especial: el 27 de septiembre de 1949 “cuando el señor Alirio Sigala, representado debidamente y el Concejo Municipal representado por el Dr. Argenis Ramón convinieron sin contradicción de ningún tipo con la decisión de un tribunal que fijó la línea divisoria de terrenos de la municipalidad del Distrito Iribarren con los de propiedad del ciudadano Alirio Sigala…”
Por esa decisión de ese tribunal de la república y en la aceptación del Concejo Municipal, “todo lo establecido en títulos, leyes, alinderamientos, escrituras, historia y tradición fue sencillamente ignorado y una línea limítrofe, la de los ejidos de Barquisimeto, en su viento Este que desde el tiempo colonial se había trazado entre Pozo Azul y Samurobana… en su extremo oriental… el 27 de septiembre cambió de rumbo y su orientación que hasta ese día y por centenares de años había sido noreste, fue trazada en sentido noroeste, 15° 30’ ”
A partir de ese momento, se produjeron negociaciones, juicios reivindicatorios fallidos, componendas y todo tipo de gestiones en las cuales el Municipio perdió propiedades ejidales, incuantificables en dinero.
El 27 de septiembre de 1949, una de las efemérides de mayor bochorno donde autoridades municipales y judiciales para nada cumplieron con sus obligaciones gubernamentales a favor del pueblo iribarrense.
