Caminito que un día: Efemérides de luto y bochorno (3)

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Una fecha que “legalizó” la ocupación española de las tierras pertenecientes a los conglomerados, pueblos o naciones indígenas del centro-occidente venezolano es la del 9 de mayo de 1596; ese día, por mandato del Rey de España, su gobernador en la Provincia de Venezuela, puso en acción dos medidas con las cuales favoreció a los españoles que se habían residenciado, con viviendas, poblados o fincas en los territorios que hoy pertenecen principalmente a los Estados Lara, Yaracuy y, en parte a Portuguesa, pero con las que, definitivamente, los dueños originarios de esos territorios, los indígenas de nación caquetío, ajagua, gayón, cuiba, camago, fueron despojados de ellos y sometidos al ostracismos en las tierras que antes de 1530 fueron sus libérrimas y colectivas posesiones.
La primera de esas acciones de Don Diego de Osorio, el gobernador español, fue dotar a la ciudad de Barquisimeto con una propiedad ejidal que, según se lee en el título de la mencionada fecha, estaba constituida por “… la tierra que llaman el cercado, y sabana que desde él corre, hasta los coro ques camino del Tocuyo con las generales y aguadas y cañadas y lomillas y así mismo los altos que están de la otra banda del dicho río de barquisimeto entre el río Claro y el río Turbio de Barquisimeto que son desde la Punta de Pudibana hasta el Molino de Juan de Mora y así mismo los cañaverales del río para la cubierta y cobija de las casas y la madera y la leña de dos leguas en circuito de dicha ciudad de Nueva Segovia para que sea de la dicha ciudad desde hoy en adelante para siempre jamás…”, exceptuando de dicha donación un lote de terreno comprado por el alcalde de entonces Gutierre de Colombises “… en los altos que están de la otra banda del río…”; son los terrenos que para mayor entendimiento constituyen actualmente las haciendas llamadas Molino Abajo y Molino Arriba.
La segunda acción promovida por Osorio fue declarar vacantes las encomiendas existentes y poner en venta las tierras que, sin título de propiedad, ocupaban los encomenderos neosegovianos, noticia y oferta que inmediatamente, como era de esperarse, todos ellos y los que no lo eran, recibieron con alborozo apresurándose a comprar dichas tierras, no quedando, como dice un autor, desde el valle del río Barquisimeto hasta las riberas del mar Caribe, ni un solo pedazo de tierra de secano o sembradío, sin ser comprado en buenos pesos de oro.
Como consecuencia de este inaudito e imperial despojo de sus tierras, los indígenas de la región se declararon en guerra y durante todo el siglo XVII y parte del XVIII no dieron paz a los poblados y habitantes españoles. Barquisimeto, Tocuyo, Carora, Nirgua, Acarigua y otros, sufrieron las continuas embestidas de las naciones indígenas guiadas por líderes surgidos de sus necesidades de defensa que, como Ana Soto, su sobrina Leonor, su esposo Pedro Monje, los legendarios comandos jirajaras de Nirgua, hicieron bastante difícil la consolidación del imperio español en esta región durante el largo periodo insurreccional de lucha por sus tierras.
En este calendario de oprobio e injusticias, el 9 de mayo de 1596, aunque algunos lo consideran como un gesto de buen gobierno español, es más bien otra fecha de luto y de bochorno en el centro-occidente de Venezuela.

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