Caminito que un día: Cuando el pasado regaña al presente (4)

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Se revisan las fuentes de la historia política venezolana (sé de muchos despistados que debieran hacerlo asiduamente para evitar meter tanto la pata) no importa en qué período y en ellas sus actores más destacados advierten a las generaciones futuras no imitarlos pero aquello de que nadie aprende por experiencia ajena, parece muy cierto, a la luz de lo que se experimenta ahora mismo en Venezuela.
Pedro José Rojas fue hombre de derecha y brazo derecho del general Páez y de los gobiernos que éste tuteló hasta 1863. Tan de derecha era que ya en 1858 pregonaba lo siguiente:
“La Casa Blanca debería ser el cuartel general en donde saliesen los misioneros de la libertad y del verdadero americanismo para derramarse por todo el mundo de Colón. Enviad desde allí a ciudadanos de la libertad y de la ley, no medianías egoístas que se adunan con sus opresores y sus banderías mezquinas. Enviad a vuestros más ilustrados hijos a la América del Sur, a los países en que vuestra civilización, la civilización americana, la de la democracia y el vapor y el ferrocarril y el telégrafo; la civilización (permitidme definirla), la civilización yanqui está llamada a formar un orden de cosas que ha de regenerar al mundo” (Pensamiento político venezolano del siglo XIX, 7, tomo 1, p. 179).
Pues bien, este duro defensor de los intereses de la oligarquía venezolana para quien todavía en 1860 América era “el mundo de Colón” y en lugar del proyecto bolivariano era preferible el modo de vida americano, cuando el débil gobierno de Manuel Felipe Tovar, apenas resistía las enconadas divergencias internas de sus partidarios y los aguerridos ejércitos federales que entre triunfos y derrotas, se manifestaban por todo el país, en estas circunstancias Pedro José Rojas, el 12 de octubre, en el periódico caraqueño “El Independiente”, escribió:
“Puede y debe el Gobierno interponerse entre la riqueza del llano y sus implacables destructores no con infecundas circulares, sino con fuerzas que dan razón satisfactoria de su autoridad y poder. El país quiere gobierno, la autoridad debe hacerse sentir a todas partes. Situado en un punto cualquiera de la capital, la mirada del estadista debe perseguir el mal y buscar el bien, ya sea cruzando ríos, ya penetrando en los bosques, ya atravesando llanuras. El pueblo, el interés más remoto, no se escapan a su talento investigador, Caracas tiene autoridades locales que debieron velar siempre en la conservación de su orden. El Gobierno Nacional tiene más vasto objeto como que fue instituido para toda la República”. (Id., p.366)
Me pregunto yo, si Rojas recomendaba algo así en las circunstancias de 1860, ¿no convendría, en 2014, hacerle caso? Digo.

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