Brasil debe decidir

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No se puede servir a dos señores. El mediador debe ser imparcial. Brasil en la palestra. Hay que recordarle al Palacio de Planalto lo del historiador Arthur Reis, Brasil respecto a Venezuela se debe a un política de “neutralidad y buena vecindad”.

Podemos escribir sobre este tema con sinceridad. Soy autor del primer libro sobre Venezuela y Brasil como una contribución a correr aquella cortina de la selva que separaba a los dos países. La permanencia en Río de Janeiro como Cónsul General de Venezuela nos hizo querer más a ese país. La Orden Río Branco en su primera clase que recibimos de Brasil nos obliga a un análisis objetivo. No entendemos a Brasil como un país imperialista. Posee una de las mejores diplomacias del continente.

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El tiempo no es de una vecindad desafortunada por falta de información, subjetividad de la realidad o intereses encontrados. Brasil es una democracia, Venezuela es una dictadura, sin separación de poderes, presos políticos, emigrados y exiliados, no hay respeto a los derechos humanos. Esto lo dicen desde todas partes del mundo.

El recibimiento de la presidenta Dilma Rousseff en Brasilia al diputado Diosdado Cabello, acusado de narcotraficante es un acto inamistoso. En un momento en que la propia policía brasileña está señalando que el tráfico de estupefacientes se está haciendo con la colaboración de militares venezolanos. Y si el Presidente Obama le pidió al Brasil que usara sus buenos oficios no era Cabello el mejor interlocutor para realizar esa encomienda.

España, Chile, México, Colombia han pedido al gobierno venezolano en oportunidades respeto para personalidades que son patrimonio humano de esas naciones. La negación a un avión de la Fuerza Aérea Brasileña para aterrizar en Caracas con varios senadores encabezados por Aécio Neves, para visitar los presos políticos, revela lo que es el régimen venezolano. Más aún, el lamentable episodio de los senadores brasileños en su segundo intento por llegar a Caracas y la agresión de la cual fueron víctimas, deja más claro el carácter autoritario del gobierno de Maduro. Los colectivos agresores son un brazo del gobierno venezolano.

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Pero más allá de las noticias sobre el papel de Pilatos de la Presidenta de Brasil, de las formalidades de la Cancillería brasileña y las explicaciones cantinfleras de la Ministro Rodríguez, lo que llama la atención es la descripción del asesor brasileño de la presidencia, Marco Aurelio García, al comparar a Venezuela con un depósito de pólvora, dónde no hay que acercarse fumando, ni encendiendo un fósforo. ¿Será que Brasil sabe que esto está a punto de estallar?

La opinión pública venezolana además examina el sobre precio de la empresa brasileña Odebrech en la construcción de una línea de metro en Caracas, en momentos en que los directivos de esta empresa son detenidos en su país. Brasil debe decidir. O nos ayuda a volver a la democracia o cierra filas con la dictadura militar de esa figura trágica que es Nicolás Maduro.

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