La avitaminosis, déficit vitamínico o hipovitaminosis se define como una falta, falla o deficiencia en la cantidad de vitaminas que el organismo requiere normalmente. Esto determina fallos en la actividad metabólica ya que las vitaminas son coenzimas que ayudan a las enzimas en sus procesos catalíticos.
Los desórdenes que la hipoavitaminosis produce, llamados trastornos de carencia, demoran semanas o meses en manifestarse, porque el organismo tiene reservas de vitaminas en depósito, que tardan en agotarse. Una vez producidos los desarreglos patológicos, basta suministrar la vitamina correspondiente para que desaparezcan. En múltiples casos así sucede.
Las vitaminas se introducen en el organismo con una alimentación adecuada, y cuando ésta es deficiente se inician los trastornos por carencia. Existen también factores externos capaces de producir trastornos por carencia, como la falta de sol (rayos ultravioletas), que no permiten la transformación del ergosterol (provitamina D) en su vitamina correspondiente, lo que origina el raquitismo
Así planteado el problema de la hipoavitaminosis resulta muy sencillo; pero sucede que aun con una administración suficiente y adecuada de vitaminas, puede producirse la avitaminosis porque el organismo no utiliza suficiente o adecuadamente las vitaminas administradas.
Estos casos, denominados desvitaminosis, son mucho más frecuentes que los de avitaminosis o hipoavitaminosis por déficit de la alimentación, y se encuentran relacionados con alteraciones orgánicas especiales secundarias a otras enfermedades, a menudo localizadas en el aparato digestivo, que obstaculizan la absorción de las vitaminas alimentarias.
Pero, ¿es posible saber a ciencia cierta que estamos consumiendo, en número y cantidad, las vitaminas que necesitamos? El doctor Fernando Mejías, nutricionista, explica que a través de un examen clínico, apoyado por algunos exámenes complementarios: de sangre y orina, pruebas de coagulación, electrorretinograma, neuroconducción puede conocerse la deficiencia de alguna vitamina.
Cuestión de hábitos
Los malos hábitos nutricionales, los tóxicos como el tabaco, el alcohol y algunos medicamentos, los contraceptivos orales, son algunas de las costumbres que pueden originar la avitaminosis. La carencia de vitaminas presenta síntomas muy característicos, como son el cambio de humor y otros del campo psicológico, decaimiento y tristeza, sentimiento de angustia y la posibilidad de anorexia.
“Una de las formas más rápidas para detectar la avitaminosis es un chequeo visual, la persona debe conocer su cuerpo y observar que la piel no está bien nutrida, además los ojos tienen una coloración amarillenta o muy blanca, el cabello no tiene la fuerza y vitalidad que debería, esos son algunos signos de la falta de vitaminas”.
Las dermatitis son originadas por la falta de vitamina A; la estomatitis por las del complejo B; trastornos visuales y ceguera por la A; las polineuropatías por la falta del complejo B, las anemias por la B12.
La carencia de vitaminas presenta síntomas muy característicos, como son el cambio de humor y otros del campo psicológico, decaimiento y tristeza, sentimiento de angustia y la posibilidad de anorexia.
Además, algunas enfermedades pueden producir una mala absorción de vitaminas como es el caso de la colitis ulcerosa. Pero también debe citarse a ciertos períodos de la vida de una persona en los que es preciso un aporte superior de vitaminas, como en el momento de crecimiento o en el embarazo.
“Hay personas que no llevan una alimentación balanceada, dejan por fuera alimentos sumamente importantes dentro de la dieta diaria y semanal que originan la avitaminosis. Esta condición a largo plazo puede tener consecuencias importantes dentro del organismo, que ha dejado de percibir los nutrientes requeridos para un funcionamiento adecuado”.
A comer sanamente
Entre las causas que producen avitaminosis por insuficiente ingestión de las mismas, se encuentra en primer término la manera de preparar los alimentos, cocinándolos exageradamente, o las diversas manipulaciones empleadas para su conservación, tales como el ahumado, la salazón, la fermentación; o la separación de las porciones que precisamente contienen las vitaminas, como ocurre con el arroz pulido, o con el trigo, al que se quita la cáscara. Por este motivo, el pan tiene un contenido muy pobre de vitaminas, pues las que hay en el trigo se separan con el salvado.
Por otra parte, los granos de trigo, de por sí, contienen muy pocas vitaminas (con excepción del embrión). El llamado pan integral no tiene mayor cantidad de vitaminas que el pan blanco, portador, aunque no en cantidad importante de la vitamina Bx (antineurítica) y la vitamina A (propulsora del crecimiento y antixeroftálmica). La vitamina D (antirraquítica) no existe en la harina blanca.
“Lo más recomendable es que se mejoren los hábitos alimenticios y recibir por ellos los nutrientes, vitaminas y minerales necesarios. En la cultura del venezolano existe la tendencia a utilizar fármacos y suplementos alimenticios para “suplir” la falta de alimentos balanceados en su dieta diaria, sin saber qué vitaminas son las que realmente necesita. La recomendación es no automedicarse”.
Para prevenir cualquier deficiencia vitamínica en el organismo, es bueno estar atento a los síntomas y a las complicaciones que se presente. Ir regularmente al médico ayuda a evitar tener problemas de avitaminosis, también se ayuda a suplementar nuestros alimentos con vitaminas cuando se necesite con la prescripción de un médico especialista.
“En general la alimentación de una persona sana debe incluir todos los grupos de alimentos. En el caso de los niños es importante que no se suprima ningún alimento, sino que se regulen las cantidades, disminuyendo el consumo de azúcar refinada en los refrescos, dulces y grasas saturadas, y enseñarlos a consumir mayor cantidad de frutas y verduras”.
En relación a las mujeres embarazadas, la dieta tiene una importancia adicional, pues dependiendo de lo que la madre consuma, podrá definir el futuro de su hijo. “Una mujer que durante el embarazo consuma gran cantidad de alimentos ricos en grasas y carbohidratos, puede traer al mundo un bebé con tendencia a la obesidad y a desarrollar problemas de sobrepeso más adelante”, indicó Mejías.
Avitaminosis por alcoholismo
Es sabido que el alcoholismo es una enfermedad que origina alteraciones o trastornos psíquicos y también en órganos del cuerpo como el estómago, páncreas, hígado, entre otros, sin mencionar los desajustes y conflictos que genera en el medio social, laboral y familiar donde se desenvuelven quienes lo padecen.
Ante los serios desmanes que siembra en su entorno el estado de embriaguez, en ocasiones pasa inadvertido un daño que también puede perturbar severamente la salud de quienes beben en exceso, como lo es la falta de vitaminas.
En general los alcohólicos presentan déficit de vitaminas por una mala alimentación y también porque el alcohol obstaculiza la actividad de algunas vitaminas, como las del complejo B que no funcionan en presencia del alcohol.
Entre las consecuencias de esta deficiencia se encuentra la hipoglucemia, trastorno caracterizado por un descenso por debajo de lo normal del nivel de azúcar en sangre; hígado graso, anemia, polineuropatía, insuficiencia cardiaca y trastornos de la coagulación.
Tipos de vitaminas
• Deficiencia de vitamina A (retinol): ceguera nocturna, sequedad en los ojos y en la piel y afecciones diversas de las mucosas. En cambio, el exceso de esta vitamina produce trastornos, como alteraciones óseas, o incluso inflamaciones y hemorragias en diversos tejidos.
• Déficit de vitamina D (calciferol): descalcificación y deformación de los huesos (osteoporosis), caries dentales graves.
• Deficiencia de vitamina E (tocoferol): puede ocasionar anemia hemolítica (destrucción de los glóbulos rojos de la sangre), degeneración muscular y desórdenes en la reproducción.
• Deficiencia de vitamina K (antihemorrágica): pueden producirse hemorragias nasales, en el aparato digestivo o el genito-urinario.
• Deficiencia de vitamina C (ácido ascórbico): Resequedad y formación de horquilla en el cabello, gengivitis (inflamación de las encías), encías sangrantes, piel áspera, reseca y descamativa, disminución de la tasa de cicatrización de heridas, tendencia a la formación de hematomas, sangrados nasales, debilitamiento del esmalte de los dientes, dolor e inflamación de las articulaciones, anemia, disminución de la capacidad para combatir infecciones, posible aumento de peso debido al metabolismo lento.
• Deficiencia de vitamina B1 (tiamina): fatiga, alteraciones nerviosas en general. Si el déficit es severo puede aparecer el síndrome de Korsakoff, caracterizado por la pérdida de memoria y confusión o la encefalopatía de Wernicke, trastornos oculares, confusión.
• Deficiencia de vitamina B2 (riboflavina): provoca trastornos oculares como fotofobia (dolor ocular producido por la luz) y lagrimeo, así como alteraciones bucales, entre las que se encuentran la aparición de fisuras en la boca y el enrojecimiento de los labios.
• Deficiencia de vitamina B3 (niacina o ácido nicotínico): produce dermatosis, inflamación de la piel, alteraciones en el aparato digestivo, diarrea, deterioro del sistema nervioso: demencia.
• Deficiencia de vitamina B6 (piridoxina): El déficit importante provoca irritabilidad, debilidad, mareos, depresión, neuropatía periférica y espasmos, alteraciones del crecimiento, acrodinia y anemia.
• Deficiencia de vitamina B12 (cianocobalamina): La causa más frecuente de déficit de cianocobalamina es la anemia perniciosa, otras causas serían: gastrectomía total, cáncer gastrointestinal, fístula gastrointestinal, divertículos, tuberculosis, ileítis, celiaquía, dieta vegetariana y gastritis atrófica.
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