Ante la necesidad, madres buscan una alternativa

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Entre los meses de mayo y junio del 2014, comenzaron a desaparecer de los anaqueles algunas tallas y marcas específicas de pañales. Aparecían y volvían a desaparecer, el producto era intermitente y cuando llegaba se observaba a las madres acudir en donde estuvieran. El revuelo era momentáneo pero se conseguía. Ya para el mes de julio el problema se fue agudizando: no aparecían de forma constante y las colas para adquirir este producto se comenzaron a formar.

En las colas no sólo se apreciaba a las madres con los niños, sino a ciertas personas que aprovechándose de la crisis, compraban (y compran) los pañales para luego venderlos a un precio aún mayor de cien a doscientos bolívares de más en las afueras de cada establecimiento.

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Los usuarios se quejaban de los revendedores. El Gobierno Nacional decide crear la Ley de Precios Justos y se establece sancionar a aquellas personas que revendan artículos de primera necesidad.

Aunque los revendedores no se ven en la calle, se pueden observar dentro de las colas e inclusive cuando ofrecen los productos a través de las redes sociales pero ahora cuadriplicando el precio real. El diputado Luis Jonás Reyes, aseguró que entre 50% y 60 %, de los que están en las colas de pañales son revendedores y lo constatan las madres que allí se encuentran, pues muchas aseguran saber quiénes son, porque los ven continuamente en todas las colas.

También se ha observado a pequeños grupos de mujeres comprar el producto, entregarlo a los hombres y regresar para hacer la cola.

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La otra cara de la moneda

Muchas personas que pasan y ven las colas llenas de niños lo critican, sin saber cuál realidad existe detrás de cada familia. Uno de las principales problemas es la madre desesperada que debe acudir a hacer la cola con su hijo, porque no tiene con quién dejarlo. El cuadro social es terrible: desde quienes amamantan en plena calle, hasta quienes llevan la comida al pequeño y se la dan a pleno sol o lo acuestan en el piso, cansadas de la larga espera. Otras llevan a los niños para tener prioridad, pero de igual forma ponen al niño a pasar trabajo ante la necesidad de un pañal. Aunque también se consiguen en las colas aquellas madres que sí tienen quienes los cuiden.

“Las colas a todos nos angustian. No puede ser algo bueno al hacer cola, no puede ser placentero para un niño y ellos están percibiendo la angustia o la frustración de la madre, eso no es sano, van a comenzar a sentir que el mundo es peligroso, no es agradable y eso lo va acompañar por muchísimo tiempo y a veces por el resto de la vida”, destaca la psicóloga María Pernalete de Posada.

Una salida ante la necesidad

Son distintas las realidades que tienen las madres venezolanas, pero el común denominador es la falta de pañales. Si bien cada semana aparecen en algunas tiendas, las colas continúan.

El sufrimiento de pasar hasta cinco horas en una cola y a veces venirse con las manos vacías y llegar a su casa y no tener nada que colocarle a su hija para dormir, llevó a Carmen Velásquez, una ingeniera agrónoma, a ingeniárselas y diseñar un pañal capaz de aguantar la larga noche de su bebé.

La profesional, quien aprendió costura cuando estuvo de reposo a causa de un accidente, en el mes de diciembre estaba sentada frente a la computadora y apareció un video de cómo hacer pañales. No le prestó mucha atención pero luego vio varios tutoriales.

En enero, ya cansada de las colas y de comprar con sobreprecio a los revendedores, se decide y diseña el primer pañal ecológico a su niña de tan solo 10 meses. Al ver que sí servía, decidió compartirlo con sus amigas por Facebook.

Las madres, desesperadas, y al ver tal inventiva comenzaron a pedirle a Carmen pañales. Ella, quien no lo hizo con la intención de lucrarse, regaló varios. Están hechos con un plástico por fuera y una tela hipoalergénica colocada en varias capas. Hasta ahora a ninguno le ha dado pañalitis. Tiene una abertura en la parte trasera con la finalidad de introducir materiales que permita absorber el líquido. Muchas personas colocan toallín absorbente, incluso centros de camas, toallas sanitarias y otros han usado pañal de tela.

El pañal es fácil de lavar y ya muchas madres han dado el visto bueno.

Carmen Velásquez revolucionó el Facebook con su inventiva y aunque es una mujer que tiene un trabajo estable, comenzó a recibir tantos pedidos que decidió venderlos, pero sólo para costear la tela. Tras sacar cuentas le puso el precio de 280 bolívares. “En estos tiempos de necesidad, se tiene que mantener la honestidad”, indicó.

Los pañales ecológicos los hizo adaptables y de dos modelos, el pequeño que abarca desde recién nacido hasta la talla P y el estándar como ella lo llama: va desde la talla M hasta la XXG, tiene cierre mágico y son ajustables.

“Aunque yo tengo un buen trabajo, sigo haciendo los pañales porque me llena ver la gente contenta. Me siento útil y feliz. Además existe un dicho que reza: que al buen dador Dios lo premia”, indica con una gran sonrisa.

Esta mujer emprendedora, quien le ha dado solución a muchas madres, asegura ya haber entregado cien pañales, muchos de ellos donados, y tiene una lista con pedidos hasta abril. Pide paciencia, pues aparte de ser una mujer trabajadora, es madre y debe atender a su familia, en el poquito tiempo que le queda y a veces en las madrugadas es cuando se sienta a coser para no quedarle mal a sus clientes.

“No venderé más de seis pañales, pues no me prestaré para que se revendan, mi trabajo es simplemente para solventar la necesidad por la que estamos atravesando”.

A los dos años, hora de ir al baño

El niño tiene un proceso que se llama crecimiento y desarrollo, y a medida que va ganando peso, centímetros y edad, también lo va haciendo con las habilidades. Así como habla, se sienta y camina, llega un momento en el cual el infante controla sus esfínteres, esto se debe a la maduración del niño, porque ya existe una conexión con el cerebro, explica la médico pediatra María Auxiliadora Cardozo.

La edad en que un niño controla esfínteres es variable, pero por lo general entre los 18 meses a los 2 años, ya saben qué es un baño y un pañal.

Se les puede ir explicando, aunque suele ser un proceso y la habilidad la adquirirán poco a poco.

Ya entre los dos a cuatro años es cuando comienzan a sentir las ganas de hacer y comienzan a controlar las horas para defecar y posteriormente será la orina.

Si existe una negatividad del infante, simplemente no es el momento, el pequeño no está preparado ni fisiológica, ni cerebralmente, indica la especialista.

Cardozo, manifiesta que el proceso no debe ser algo forzado, pues los padres no lograrán nada, tampoco colocar malas caras, ni compararlos, ni ridiculizarlos, simplemente sentarse a conversar y explicarle al pequeño que es hora de dejar los pañales.

Diversas técnicas pueden aplicar como llevarlo al vaso entre juegos, sentarlos a horas específicas para crear hábitos, que vean a los padres ir al baño, para seguir el ejemplo o cualquier actividad que los motive de forma divertida o atractiva.

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