Alirio Palacios se fue al cielo a dibujar caballos

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Terminando de leer la entrevista que le hizo el diario El Nacional al eximio y universal pintor y admirado coterráneo Alirio Palacios, salí corriendo en volandillas tras mi laptop a emborronar estas líneas para testimoniar mi ferviente respeto y admiración por la genial obra artística de este singular deltano de aquilatada trayectoria del grabado, la escultura y la pintura que sin temor alguno y con una poco común valentía alza su voz estética para abogar por el necesario cambio político, social y cultural de Venezuela hoy gobernada por lo que él mismo llama “las manos de hierro” del Comandante-Presidente.

Desde hacía un poco más de 10 años que me había exiliado voluntariamente de mi entrañable Delta y hace unos días atrás decidí volver al Delta de mis tormentos a pasar unas cortas vacaciones. Inquirí por Alirio Palacios y por respuesta obtuve: “Él vive en Caracas, trabajando y creando su vasta obra de resonancia universal”. Cuál no sería mi sorpresa que leyendo la entrevista antes mencionada titulada: “Prefiero dibujar caballos que los poderes públicos”. En respuestas más bien lacónicas y fulminantes, Palacios manda al mismísimo carajo a quienes lo han tildado de “apátrida” y dice que Venezuela puede ser vista como un inmenso promontorio de chatarras rodeada de “indios hambrientos”, asesinos y delincuentes con olor a muerte.

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Alirio no pierde su paladar deltano-orinoquense; dice que sobrevive en la capital de esta gasolinera al sur de Miami que es Caracas comiendo plátano verde con pescado guisado en coco y ríe profusamente de modo hilarante para conjurar las tentaciones de la seriedad con que el poder oficial autoritario pretende encandilar a una nación que no sucumbe ni cede a la persistencia despótica de la bota militar bolivaresca.

El periodista le inquiere sobre sus grandes vallas artísticas y el pintor replica diciendo que la belleza de sus vallas se diferencian años luces de la vallas que pueblan calles y avenidas de Anzoátegui con Chávez y Tárek Williams Saab sonreídos como si estuvieran burlándose de esta nación llamada Venezuela.

Piero della Francesca, Vincent Van Gogh, Armando Reverón, representan para nuestro deltano excepcional íconos insuperables de la más rotunda creación artística universal; faros luminosos que alumbran los siglos porvenir de la plástica de todos los tiempos.

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¿Admira algo de la revolución? Pregunta el periodista.

– El acto de estar en una cadena siete horas sin pararse ni a orinar. (risas)

Este es el prototipo del artista que necesita el país en estos tiempos aciagos y borrascosos de seudorevolución y “socialismo militar”, de fascismo de “izquierda” fundamentalista y obsecuente. El momento histórico que lamentablemente vive la patria requiere de voces y sensibilidades estéticas y artísticas que honren el legado cultural que izaron en su momento personalidades de vigorosa trascendencia como Carlos Contramaestre, “el chino” Vìctor Valera Mora, Ludovico Silva, José “pepe” Barroeta, Elí Galindo y un largo etcétera que sería doloroso nombrar en estas líneas.

Me complazco tanto y me enaltece sobremanera leer una postura tan digna venida de un coterráneo nativo de la Tierra del Agua que se empina sobre las dificultades obvias que supone disentir de la racionalidad logocrática y tecnoburocrática del socialismo obsidional postoncológico.

 

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