Adiós, Gran Capitán

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Luego de una larga temporada de seis meses y 4.860 juegos, las Grandes Ligas llegó a su fin en la campaña del 2014 y con ella dijo adiós al torpedero Derek Jeter, el Gran Capitán de los Yanquis de Nueva York, su mayor referente en los últimos tiempos.

Cuando ahora los equipos clasificados se preparan para las primeras etapas de los playoffs rumbo a la Serie Mundial, Jeter pasó a retiro tras una temporada llena de homenajes a su persona en cuanto estadio participó.

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Como ironía de la vida, el Gran Capitán se despidió a los 40 años de los terrenos en el estadio Fenway Park de Boston, sede del equipo archirrival de los Yanquis, los Medias Rojas de Boston.

Nadie podía pensar que Boston le diera el domingo la gran despedida a un jugador del equipo más odiado en esa sede.

En ese último partido de la ilustre carrera de Jeter tuvo dos turnos al bate contra el abridor de los “patirrojos”, Clay Buchholz, a quien saludó después de conectar un imparable, su hit número 3.465, sexto en la lista histórica en ese departamento.

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Jeter fue sustituido y la ovación en esa sede duró unos cinco minutos, algo nunca pensado por la enconada lucha que siempre han realizado históricamente los Yanquis y los Medias Rojas.

“Siempre pensé que iba a conseguir un hit, así que le dije a Joe (el mánager) que si lo lograba, entonces iba a salir del partido. En mi cabeza siempre pienso que voy a conseguir uno y tuve suerte y ese era el plan”.

Jeter agregó que “soy un hombre feliz porque jugar al béisbol es difícil y hay una gran cantidad de estrés en eso. Así que deseaba este momento. Di todo lo que tenía física y mentalmente durante mi tiempo en el béisbol y ahora es el momento de dar este paso”.

Quedó claro que Jeter es patrimonio de todos, incluso los más fanáticos de otros equipos que odian a los Yanquis (27 títulos de Serie Mundial) lo admiran.

La conocida revista New Yorker le dedicó su portada con un dibujo de Mark Ulriksen, un seguidor de los Medias Rojas y quien escribió: “Detesto a los Yanquis, pero aprecio a Derek. Espero que el mundo Red Sox me perdone”.

Luego de perderse la campaña del 2013 por una fractura de tobillo, Jeter terminó la temporada del 2014 con un promedio de .256 con 148 imparables en 579 veces al bate en 144 juegos.

Su gran legado

Por segundo año consecutivo, un grande de los Yanquis fue reconocido en Fenway Park por estar retirándose. El año pasado ocurrió algo parecido con el cerrador panameño Mariano Rivera, quien también fue homenajeado durante la campaña del 2013 al estilo de las de Jeter.

En la campaña anterior se fueron también el receptor puertorriqueño Jorge Posada y el lanzador Andy Pettitte, quienes formaron el famoso “Core Four” que dio cinco campeonatos a los Yanquis en las últimas dos décadas.

Como un jugador completo desde la gorra hasta los spikes, Jeter siempre presentó en el terreno sus dotes de excelente fildeador, robador de bases, jugador inteligente y bateador de poder y promedio.

Todo eso, y pertenecer a una de las organizaciones más poderosa y prestigiosa del béisbol, le dio como resultado acumular 3.456 hits, incluidos 260 jonrones, 1.310 impulsadas, 1.923 anotadas, 358 bases robadas y un promedio histórico de .309 de average en 2.747 partidos.

En la defensiva, Jeter, quien participó en 14 Juegos de Estrellas con el equipo de la Liga Americana, también logró cinco Guantes de Oro y conquistó cinco Serie Mundiales con los Yanquis, equipo con el que estuvo sus 20 temporadas en las Mayores.

Hijo de madre blanca y padre negro, Jeter ha sido querido por todos sin molestar a nadie y eso quedó claro cuando una vez dijo: “Nadie sabe que soy, así que me entiendo con blancos, negros e hispanos”.

Sin duda alguna, este estelar jugador, un ejemplo fuera y dentro del terreno, dentro de cinco años será elegido al Salón de la Fama de Coopertown, y que a nadie le sorprenda que pueda ingresar por votación unánime, pues a pesar de brillar en la época de los esteroides, nunca se le ha podido señalar una mancha.

 

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