Referirnos a los jesuitas es meternos en una controversia histórica que no vamos a resolver. En lo particular, fui alumno de ellos por 14 años en el Colegio Gonzaga y su formación religiosa e integral me ha marcado en un sentido positivo. Es más, les admiro y les estoy profundamente agradecido. Hago esta introducción porque quiero hacer de abogado del diablo en el caso del Papa Clemente XIV.
El Papa Clemente XIV es el responsable del edicto que en el año 1773 suprimió a la Compañía de Jesús. Es complicado entender cómo un Papa romano disuelve la orden religiosa que San Ignacio de Loyola fundó en 1539 y se convirtió en su más esencial aliado alrededor de las luchas en contra de la Reforma Protestante encabezada por Lutero y Calvino, y que de paso contribuyó a una mundialización del catolicismo dada la vocación misionera de sus miembros enraizada en la educación, la cultura y la curiosidad intelectual y científica a lo largo de los siglos XVI-XVII y XVIII.
Es necesario recordar que en los 1000 años que van desde la caída de Roma hasta el Renacimiento, la Iglesia católica romana fue el poder esencial en la Europa Occidental. Y que luego de los descubrimientos llevados a cabo por Portugal y España en el S. XVI convirtiendo a la historia en mundial, se expandirá la fe cristiana por el mundo. La aparición de los estados nacionales con sus reyes y príncipes centralizando el poder político y económico les llevará a una inevitable disputa con el poder religioso detentado por los Papas. El regalismo francés y español, de origen borbónico en el S. XVII, y muy especialmente en el S. XVIII, se planteó disminuir la influencia del papado en los asuntos de Estado.
El Papa Clemente XIV fue incapaz de resistir las presiones de los monarcas de Francia, Portugal y España, quienes consideraron que la influencia de los jesuitas en las distintas cortes era algo desestabilizador a sus planes de primacía política. La Compañía de Jesús se había constituido en un poder dentro del poder y el éxito de sus integrantes concitaba celos y envidias. En América del Sur las exitosas Reducciones competían económicamente desde una autonomía que produjo mucho ruido entre los funcionarios reales.
A Clemente XIV en recompensa por haber disuelto a los jesuitas le devolvieron Aviñon, el condado Venesino y los señoríos de Benevento y Pontecorvo. En realidad, muy poco, por tan grande sacrificio. Todo se reducía a una disputa de intereses en torno al poder y los poderosos. En la historia hay pocas sorpresas.
Los jesuitas expulsados encontraron refugio en Rusia, Prusia y Polonia. Y su “Restauración” en 1814 por parte del Papa Pío VII se hace en un contexto sacudido por la Revolución Francesa (1789), las guerras napoleónicas y las independencias hispanoamericanas (1750-1830) como respuesta al desafío que representaron las ideas liberales y la masonería en contra de la Iglesia y algunos monarcas partidarios del absolutismo como Fernando VII en España.
@lombardiboscan
