La moral de los malandros

Tras quince años de administración chavista son muchas las preguntas que no podemos dejar de hacernos. Esta es una de ellas: ¿Cómo hicieron para convertir el enorme ingreso petrolero en la miseria que apenas ahora empezamos a sentir y de la que tardaremos muchos años en superar? Seguramente que no fue el imperio el responsable de esa situación.
La otra tiene que ver con el trato que la guardia nacional y los colectivos malandros le dan a los que protestan: ¿por qué tanta crueldad, tanta saña, tanto odio y sadismo? Es un odio compartido con fiscales que inventan expedientes, jueces que condenan, un partido que los aplaude y el Jefe que los alaba por su patriótica labor. ¿Qué les hemos hecho que nos odian tanto? Nos atracan, nos acosan, nos dejan sin trabajo, nos llenan de innumerables dificultades en nombre de un fulano socialismo del que aún no se han enterado que no sirve para nada y encima nos quitan el derecho a protestar y exigirles que se vayan.
Ambas conductas, el asalto al erario público y la violencia contra los manifestantes corresponden a la misma causa: la falta de límites éticos que refrenen las ambiciones, el abuso de poder y el daño que se le hace al país, una carencia propia de malandros.
Uno quisiera creer en la sentencia bíblica: árbol que no de buen fruto será cortado y echado al fuego y que tarde o temprano ocurrirá el gran incendio y que serán muchos los achicharrados.Prefiero creer que, en un momento de lucidez, simplemente recogerán sus bártulos y abandonaran el país, sin violencia y sin fusilamientos de última hora. Siempre podremos reconstruir el país basados en la sensatez y en el trabajo, pero no será fácil: es mucha la destrucción acumulada.